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Los secretos de La Catedral
Dentro de la iglesia hay un mausoleo, cinco capillas, un museo y una cripta. A las cúpulas se llega por un pasadizo secreto.

Bajo el altar hay 23 sillas para sacerdotes importantes.
lo lejos –desde las bancas de la misa– los tallados de La Catedral son imperceptibles. Las figuras de los angelitos rechonchos que decoran las veintidós sillas del altar se pierden entre las columnas vestidas de pan de oro.
De cerca, el panorama es distinto y la magia salta a la luz. Cada una de las bancas –tapizada de rojo terciopelo– recoge minúsculos detalles de la escuela quiteña.
Ese perfecto semicírculo de asientos fue creado para los monseñores de cada una de las provincias del país. Mientras que, desde el sillón del medio, el arzobispo de Quito oficiaba la celebración.
Henry Males recorre aquel templo y se siente en casa. El guía de La Catedral es el guardián de un centenar de secretos y conoce –a ojos cerrados– cada pasadizo de la primera iglesia de la capital.
Su construcción data de 1535. En ese entonces era un templo no muy grande y construido rústicamente con barro, madera y caña. Luego, en 1545, se nombra obispo al español García Díaz Arias, quien llega a Quito con planes para levantar un templo mayor.
Es así como en 1562 se edifican los primeros cimientos. Males asegura que La Catedral probablemente es la iglesia más antigua de Sudamérica.
Para levantar el templo, que cuenta con cinco capillas, se hizo una minga. El español Antonio García fue el arquitecto encargado de las dos primeras etapas.
Su detallado montaje logra que –aun ahora– se sigan encontrando cajones secretos y tallados nunca antes vistos.
Por ejemplo, en los reclinatorios de las veintidós bancas principales existe un cajón. Asimismo, frente a las sillas hay una especie de armario. Adentro un antiguo papel tapiz floreado –cubierto con polvo– son la evidencia de que esas puertas no se han abierto en años.
Dentro de la iglesia, durante la Semana Santa, se realizan ritos importantes como el Arrastre de Caudas. Una celebración que tiene más de 400 años.
Pero La Catedral no se reduce a un templo religioso. En el subsuelo existen una cripta y un museo. Mientras que en su altillo hay un mirador de 360 grados. Desde allí se puede contemplar la iglesias de El Sagrario, La Compañía, Santa Clara San Francisco, El Carmen Alto, Santo Domingo y San Agustín, revelas Males.
El gallo
Sobre la cúpula más grande, el guía cuenta la historia del gallo de La Catedral. Una pieza de bronce –que hoy sirve como pararrayo– y que llegó por accidente entre las barandas del Palacio de Carondelet.
Cuentan que Don Ramón tomaba mistelas (un dulce hecho con frutas, azúcar, menta o cáscara de naranja, yerba de ataco, anís, canela y ardiente) donde la chola Mariana. Siempre que se chumaba y pasaba por la Plaza Grande veía al gallo y le decía. “Tu gallo de porquería, ¿qué me quedas viendo? el único gallo de Quito soy yo”, narra el conocedor.
Una noche, el animalito de bronce cobra vida y baja a picotear a Don Ramón y lo obliga a prometer que no volverá a tomar.
Aunque esa historia se ha contado por años, Males revela que no es la única. “Otros dicen que fue el sacristán quien se puso el traje de gallito para asustar al hombre para que dejará de insultar cada vez que bebía”, añade.
Sea cual sea la verdadera historia, aún ahora la pieza de metal ha protegido la iglesia. Como sucedió durante el invierno de hace dos o tres años, refiere Males.
Una noche, un concierto de rayos caía sobre el templo, el más fuerte chocó contra el animal. “Se quemaron todos los focos, pero el gallito evitó un daño mayor”, manifiesta.
Las criptas
Bajo las tablas de la iglesia hay un cementerio, donde están enterrados monseñores y obispos que pertenecieron a La Catedral. Según Males, el único civil que reposa allí es el expresidente Gabriel García Moreno. El apoyo que brindaba al clero hizo que varias congregaciones se disputaran sus restos. “Dicen que aquí está el hueso de su pierna”, señaló.
Al fondo del helado cementerio hay un arco. Allí, el aire es pesado, sobre todo al cruzar la reja.
Los huesos del Barón de Carondelet, de monseñor Checa y Barba, de un Virrey de Perú y de un cuarto personaje se hicieron polvo en ese lugar. “Los dejaron sentados, cuando se hicieron polvo, los pusieron en cajas”, describe Males.
El guía sabe todo de los lugares restringidos de La Catedral, por ejemplo el órgano y el campanario. Cada tanto, él y su colectivo de recorridos teatralizados organizan eventos para que la gente tenga acceso a los sitios y conozca la historia de una forma diferente. (AAM)
El recorrido
Las capillas y el mausoleo de Sucre
Cinco capillas componen La Catedral. Está la de San Pedro, la de Santa Ana; que era la madre de la Virgen María, la de Las Almas, en la que se encontró más de 140 tumbas y la del Santísimo. La quinta –que es la más grande– pasó a ser una iglesia independiente, la de El sagrario. Allí, hay una parroquia en la que se ofician misas, matrimonios y bautizos.
Otro de los escenarios con los que cuenta el templo es el mausoleo en el que están los restos del héroe de la independencia Antonio José de Sucre. Males narra que el mariscal nació en Berruecos, cerca de Nariño, Colombia.
Al principio su cuerpo fue llevado a una hacienda en El Valle. Luego lo trasladaron a La Catedral. “Dicen que Sucre quería que echaran sus restos al volcán Pichincha”, comenta.
Es por eso que el sepulcro en el que descansa el mariscal fue hecho con piedra de la cantera de esa montaña. Solo lo tapa pesa tres mil toneladas.