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Álex le jugó la ‘cuca’ a su mal
Su discapacidad es del 94 %, por lo que a su madre le dijeron que nunca podría movilizarse solo. Pero él decidió mostrarles que cuando se quiere, se puede.
Desde muy pequeño Álex Cochea dominaba sin ayuda alguna y con una habilidad pasmosa la patineta, con la que jugaba y se escondía en cualquier rincón de la casa. Algo fácil para cualquier niño, pero no para él, que había nacido con una discapacidad física del 94 %: sin piernas, sin manos y solo con la mitad de sus brazos.
Hoy, a sus 18 años, Gerardo Álex Cochea Alejandro sigue dando ejemplo. Le dijeron que jamás podría ir a la escuela, pero recién el mes pasado juró la bandera del plantel y está próximo a graduarse.
Al momento de realizar sus tareas no tiene problemas con el manejo de la computadora y ha aprendido a hacer lo mismo con los celulares. Además, escribe en sus cuadernos sin dificultad y le gusta dibujar.
Le molesta cuando la gente define a las personas con discapacidad como “pobrecitos”, que los traten con lástima o que piensen que necesitan siempre de alguien para lograr una meta. “No me gusta depender de nadie, quiero realizar mis sueños con independencia”, afirma Gerardo.
Águeda Cochea González, madre del joven, toma las ideas de su hijo con “orgullo” y manifiesta que “no ha sido un camino fácil de recorrer, tal vez porque antes no existían las posibilidades como ahora. El pensamiento equivocado de la sociedad era una sepultura para las personas con discapacidad. Antes él no quería estudiar, pero ahora está cerca de graduarse del colegio”.
Orgullosos de él
Álex estudia en la unidad educativa Simón Bolívar, ubicada en el barrio El Paraíso (donde habita) de la parroquia José Luis Tamayo, del cantón Salinas. El pasado 26 de septiembre, día que juró la bandera, sus padres se mostraron muy felices.
“Me siento orgulloso de ver a mi hijo cumplir sus sueños. Lo trato de igual manera que a sus otros hermanos. Y siempre le estoy aconsejando que no le dé importancia a los comentarios de la gente, que lo único que debe hacer es avanzar para cumplir sus propósitos”, manifiesta Víctor Cochea González, padre de Gerardo.
Recuerda que “muchas personas han prometido ayudarlo, pero al final desaparecen”, por este motivo desconfía de quienes dicen querer darle la mano. Sin embargo, dice que espera que haya alguien de buen corazón que pueda donar una silla eléctrica para que Álex pueda movilizarse con mayor agilidad.
“Quiero que la sociedad nos dé la oportunidad a las personas con discapacidad para trabajar por este país. Somos personas normales. Hay que vivir la vida con alegría, yo me río de la adversidad y sigo adelante”.