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La menor de sus hijos, de 13 años de edad, tiene discapacidad intelectual severa. Depende totalmente de su madre.René Fraga

Madre con cáncer y seis hijos, dos con discapacidad, pide ayuda urgente en Quito

Vive en el sur de Quito. Además de sus dolencias, la crisis del agua, la inseguridad y la falta de vivienda legal agravan su situación

Carolina Grefa tiene 47 años. Su vida, ya marcada por la pobreza y el cáncer de huesos que le diagnosticaron hace unos meses, se complicó aún más con la crisis de abastecimiento de agua que azota el sur de Quito. “Yo solita no me abastezco. A veces me pongo mal y no hay quien me ayude”, dice.

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Su situación es aún más compleja porque dos de sus seis hijos tienen discapacidad intelectual severa, con porcentajes del 85 % y 90 %. Una de ellos aún usa pañales de adulto. “Cuando se descompone, se orina. No tengo con qué comprarle. Todo me mandan a comprar, y a veces no tengo ni para eso”, relata.

Cuando se enferma o tiene crisis de dolor por su discapacidad física (tiene un 49 % de afectación), le toca improvisar. “A veces los dejo encerrados o le pido (ayuda) a alguna vecina. Pero tengo miedo de que me digan que no puedo cuidarles. Me están haciendo seguimiento desde Dinapen”.

Todo aumenta

Carolina reside en una vivienda prestada, sin escrituras y sin condiciones seguras. “Esta casa no está legalizada. Cualquier rato pueden venir y decirnos que tenemos que salir”.

Algunos vecinos utilizan sillas de ruedas para transportar los baldes de agua.RENE FRAGA

La crisis de desabastecimiento de agua en Quito también la afecta directamente. “Toca vivir sin agua, cocinar como se pueda. Es muy duro”.

Vive en Huarcay, un barrio que nació en 2018 como alternativa para personas en condición de vulnerabilidad, pero admite que aun así la inseguridad allí es constante. “Aquí hay drogas, peleas, machetes. Es fatal”, lamenta.

A pesar de estas condiciones, Carolina no se rinde. Lucha cada día por mantener a sus hijos, por llevarlos a estudiar, por darles un plato de comida. “Yo soy padre y madre para ellos”, espeta.

Los pedidos más urgentes

Carolina necesita ropa para sus hijos (que tienen entre 7 y 22 años), alimentos, pañales de adulto, una cama, una televisión y una computadora para su hija de 16 años, que está por terminar el colegio.

“Me dice: ‘Mami, necesito para estudiar’. Pero no tengo nada. Me piden cosas en la escuela que no puedo costear”, señala.

A pesar de que uno de sus hijos mayores intenta trabajar en panaderías por horas, no ha conseguido empleo fijo. “Trabajo no hay. No encuentra nada”, cuenta.

Carolina sufre de fuertes dolores de columna, debido al cáncer.RENE FRAGA

Ni hospital ni comida

Carolina ha pasado internada con su hija en hospitales como el Enrique Garcés. “Allá me mandan a comprar todo, hasta los pañales. Y si no tengo, me toca aguantar”. Su familia más cercana no vive en la ciudad. Desde hace años está sola en Quito.

Desde hace dos semanas se le sumó la tarea de ir hasta el centro del barrio para llevar agua. Camina lento y debe hacer varios viajes porque no tiene fuerzas para cargar baldes grandes. “Me duele la espalda porque tengo una operación, pero no puedo dejar de buscar agua”, finaliza.

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