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¡Vivir sin piernas, un sin vivir!
Han pasado dos años desde que ocurrió la tragedia de María Victoria Peña y aún no hay nada de la reparación integral dispuesta.

Zaida Peña (i) y Zady Tigrero, hermana y madre de María Victoria, en la sala de la vivienda que alquilan en Sauces 9 desde hace dos décadas.
Esa mañana su psiquiatra develó el misterio: “María Victoria, ¿qué harías si no tuvieras tus dos piernas?”. Ella apenas asimilaba que había estado en coma casi una semana.
La voz del médico martilló su memoria. Escudriñaba escenas. Nada. Era como si aquel día hubiera desaparecido del calendario. Las piernas... sentía las piernas; pero una almohada obstruía la vista hacia ellas.
Aquel secreto a voces que llegó a ser noticia nacional el 21 de septiembre de 2016 estaba justo debajo de sus rodillas. Levantó la almohada, se descubrió la sábana y vio el corte, vendado aún. Sus piernas habían sido amputadas. Las que creía sentir eran solo fantasmas.
El caso de María Victoria Peña consternó a la ciudad y hoy todavía se discute en tribunales. Su lucha no es solo la de este nuevo estilo de vida postrada a la silla de ruedas a la que la condenó aquel accidente de tránsito en el kilómetro 1,5 de la vía a Samborondón.
Ha tenido que lidiar con un aviso de salida que no le notificó la entidad pública en la que trabaja, y que fue superado recién en abril de este año; con la espera eterna de sus prótesis y con el pago de la indemnización que por sentencia le corresponde. Según un juez, sus piernas cuestan 362 mil dólares. Ella no ha visto un centavo.
“No es que exija esa cantidad; pero sí es indignante ver esta falta de sensibilidad de la otra parte, que no se ha pronunciado jamás. En algún momento mi familia los trató de contactar, pero ni una palabra... como si dijeran: me quedo los 30 meses en la cárcel, que no les vamos a dar nada”, suelta con tono de indignación María Victoria.
La otra parte
El día en que su auto comprimió las piernas de María Victoria contra otro vehículo hasta arrancarlas, Carlos Eduardo Ruiz Macías tenía apenas 25 años, 15 menos que la mujer que arrolló frente a Riocentro Entre Ríos. No había bebido.
Una prueba médica de cinco días después del accidente lo describe como un paciente ansioso depresivo, con dificultad para conciliar el sueño. Presentaba un cuadro caracterizado por angustia, taquicardia, tendencia al llanto, pensamientos de ideas de muerte, flashes del accidente y pesadillas. Eso impidió encarcelarlo incluso meses después del suceso.
Por esos días estaba ya dictada su sentencia. Treinta meses de cárcel que están próximos a cumplirse. Durante estos dos años, su familia y la de María Victoria han tenido un solo acercamiento, uno tropezado en una parte del juicio en donde se intentó entregarle el mismo carro causante de su amputación como pago por indemnización. María Victoria y su familia tomaron el intento de arreglo como una broma de mal gusto.
Ella espera. “Si se comete un error hay que repararlo. Y este no es cualquier error, es un error para toda la vida. La falta de respuesta es una burla por parte de la justicia. El Ministerio de Justicia me dijo que me acerque para darme asesoría cuando les pregunté por mi indemnización. Yo no necesito asesoría. Yo necesito que resuelvan”. No la necesita. Además de contadora es abogada. Así aprendió a velar por sus derechos.
EXTRA contactó a Vladimir Intriago, quien hasta la última audiencia formaba parte de la defensa del hombre que arrolló a María Victoria. Explicó que ya no está al frente del caso y que para contactar a la nueva defensa será necesario esperar a la siguiente audiencia, que está fechada para el 15 de agosto.
En el archivo del caso constan las declaraciones de la defensa de Carlos Ruiz: “No se ha probado su participación, porque los informes no cuentan con ninguna credibilidad. Existen contradicciones. Carlos Ruiz no observó al agente de tránsito que estaba en el centro del parterre, porque venía mirando el semáforo, y no pudo evitar el accidente. Hubo negligencia por parte de los agentes de la CTE. Se solicita que se ratifique el estado de inocencia y deberán aplicarse las atenuantes correspondientes”, reza el escrito. Sin embargo, en la sentencia no se tuvieron en cuenta estas observaciones, por lo que se descartó la responsabilidad del agente que en ese momento custodiaba el orden vial.
La vida de hoy
María Victoria Peña vive con su madre, Zady Tigrero, una adulta mayor que cose en ratos libres para olvidarse de la angustia que le proporciona la idea de saber a su hija indefensa. “Si me voy, ¿qué será de ella?”, pregunta.
Si ella se va, Vicky no estará sola. Arriba de la casa que alquila en Sauces 9 vive su hermana Zaida con su familia. Es contadora, como ella; pero a raíz del accidente dejó de trabajar, “porque hay que ayudar a María Victoria”.
La ausencia de sus piernas aún la llenan de sentimiento. Llora. No es fácil vivir así. Que si ya va al baño, que si tiene que salir, que si necesita ducharse. Es más. Nunca volvió a subirse a un bus. Ahora paga 40 dólares semanales a un taxi para que la recoja y la deje en casa.
Sale muy poco. Prefiere no incomodar con aquello de la movilización. “En nuestro país no hay locales adecuados para personas con discapacidad física. Los baños son pequeños, no hay rampas... Supongo que son cosas que en algún momento arreglarán...”. Uno de los lugares que más extraña es la playa.
Cuando ocurrió el accidente recibió dos o tres sesiones de terapia psicológica. Las otras las dejó. El traslado es demasiado dificultoso para dar tiempo a esto. Además, cree que su fortaleza espiritual y su Dios la mantendrán firme. El experto Óscar Nieto, psicólogo y terapeuta, no lo cree así. “Debe existir una política que en estos casos obligue a visitar al paciente en casa”. La Seguridad Social no tiene presupuesto para eso.
En la ley
“Recuerde que no hay prisión por deuda”
El artículo 78 del Código Orgánico Integral Penal reza que en toda sentencia donde se condene a una persona por la comisión de un delito siempre el juez deberá fijar la reparación integral, que puede ser la restitución de un derecho o una compensación económica, que es lo que fijó el juez y lo que debió haberse cancelado en su momento. A María Victoria no podrán restituirle las piernas; pero de su indemnización ni una palabra.
Su abogado, el constitucionalista Kléber Sigüencia, cree que el problema está en que parte de la ejecución de la condena no precisa o no obliga al juez verificar la reparación integral previo a la excarcelación. “Además, recuerde que no hay prisión por deudas”.
En octubre de 2016, la defensa de Carlos Ruiz pidió la suspensión de la pena. Pidió reducción de pena también ante la Corte Nacional. Los jueces también se negaron. Pero hasta hoy nadie ha hablado de la deuda.
En el Seguro
Otra promesa sobre sus prótesis...
Cuando le pasó el accidente a María Victoria le prometieron todo, incluso movilización gratis de la casa al trabajo. Nada llegó; pero existe una deuda que pesa mucho más que las otras promesas incumplidas. Sus prótesis.
Un director provincial del IESS fue a su casa a tomarse una foto y decirle que ya va, que ya llegan; pero han pasado dos años y nada.
La realidad es otra. “Cuando llegamos a la gerencia encontramos un hospital sin presupuesto y sin programa de compras. Las prótesis de ella y de otros pacientes ni siquiera estaban en agenda”, explica el gerente, Luis Jairala. María Victoria se siente burlada.
Se ha iniciado un proceso de compras. Otros 240 afiliados esperan también. El primer pedido contempla 115 prótesis. Se supone que allí están las de Vicky. Añora que sean articulables y funcionales en pies y rodilla.