Juan (nombre protegido) puso dos condiciones para hablar sobre la masacre dentro de un billar de Santo Domingo de los Tsáchilas: que no se ponga su identidad real ni se tomaran fotografías de su rostro. Su petición fue por el terror que le provoca referirse a lo ocurrido, algo que le ha quitado la tranquilidad de vivir en territorio colorado.

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El hombre le contó a EXTRA que un amigo suyo llamado Luis Abendaño, de nacionalidad venezolana, estaba entre los siete asesinados la madrugada de este 17 de agosto. El ataque armado lo perpetraron tres sujetos que vestían de negro, se cubrían con pasamontañas y se movilizaban en un carro robado en Quito, el cual luego fue hallado incinerado en Puerto Limón.

“Él (Abendaño) se dedicaba a la venta de postres en la calle. Era padre de dos niñitas y me enteré a través de redes sociales que fue uno de los baleados”, contó el hombre mientras permanecía de pie frente al billar, ubicado en la avenida Abraham Calazacón y calle Comuna El Búa.

El local estaba cerrado, pero en la entrada se observaba la huella sanguinolenta que dejó la matanza. “A veces, con mi amigo, intercambiábamos productos para venderlos. Ahora ya no tendré con quién hacerlo”, lamentó Juan cerca de la escena del crimen.

La Policía aseguró que el suceso estuvo direccionado a un sujeto identificado como Édgar Quiroz, de 29 años, conocido como Rasta. Él supuestamente era miembro del grupo delictivo Los R. Además, en un informe policial se precisa que el acribillado estaba acompañado de su facción criminal.

Pero la esposa de Abendaño corroboró a los policías que su marido era vendedor ambulante y que frecuentaba ese billar. Por ello se indagará quiénes de los acribillados, en realidad, formaban parte del supuesto círculo delincuencial que lideraba Rasta.

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El terror en Santo Domingo de los Tsáchilas

El miedo de Juan se replicaba en muchos habitantes de Santo Domingo, que lucía vacía tras este último episodio de violencia criminal. El ambiente pujante y trabajador de la capital tsáchila decayó en las principales calles, en especial en la zona rosa, donde se produjo la masacre dentro del billar.

Negocios cerrados y poca gente circulando: ese fue el panorama. “Es que aquí ya no se puede vivir tranquilo. Los residentes no sabemos en qué momento vamos a ser víctimas de un ataque”, manifestó una comerciante.

La mujer explicó que en Santo Domingo se respiraba un ambiente de paz, que fue terminándose de a poco con la llegada y conformación de bandas delictivas como Los R, derivados de Los Choneros.

Según Beatriz Benavides, comandante de Policía de esta subzona, ninguno de los asesinados fue una víctima colateral del ataque armado, el cual habría sido producto de una disputa territorial entre grupos delictivos organizados. Sin embargo, cuando el equipo periodístico de EXTRA le consultó qué agrupaciones se disputan el control de Santo Domingo, la oficial respondió que al nombrarlos solo se les daría mayor relevancia.

La disputa entre bandas recrudece en Santo Domingo

Kléber Carrión, especialista en seguridad y habitante de Santo Domingo, explicó que todo lo vivido en la urbe se veía venir. “Es el llamado ‘efecto balón’ por la presión en otras provincias por el estado de excepción”.

Pero también hay que tomar en cuenta otro factor referente al grupo criminal Los R. A decir de Carrión, esta banda fue perdiendo su hegemonía y control sobre territorio tsáchila por dos factores. El primero fue cuando empezaron a reorganizarse e incluso cambiaron su nombre de R7. El segundo, en cambio, se generó con el crimen de Freddy Anchundia, líder de estos criminales en 2023.

“La falta de liderazgo en Los R ha permitido que otras agrupaciones lleguen a sembrar el terror”, analizó el especialista, en referencia a Los Lobos, banda que perpetró el atentado en el billar y cuyo nombre salió a relucir tras la masacre cometida siete días antes. Ese mismo modus operandi, según la coronel Benavides, se replicó en la zona rosa.

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