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Parientes y compañeros de la agente baleada en UPC sacan sus mejores armas: fe y oración

Según gendarme, Verónica Songor le habría pedido que aún no le cuente a sus padres sobre el ataque en Nueva Prosperina, no quería preocuparlos. Actualmente está estable, a pesar de que sufrió paros cardiorrespiratorias.

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La última foto que se tomó Verito en el ‘camello’. Aparece con el subteniente Jiménez.Cortesía

“Mi madre está destrozada, le ha tocado sacar fuerzas de la nada, no está medicada, llora. Es un dolor incomparable”, cuenta Juan, hermano menor de Verónica Songor, quien la madrugada del 9 de octubre resultó herida en el atentado en contra de una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) en Nueva Prosperina, noroeste de Guayaquil.

Su familia y compañeros hablan de ella no en pasado, sino en presente. “Ella es fuerte, empática y trabajadora. Desde chiquita servicial y muy comprometida. Es la tercera de cuatro hermanos, de los cuales tres somos policías”, dice su ñaño, quien afirma tener la mejor de las armas: la oración y la fe.

“Sé que Dios nos la va a devolver. Hasta ahora está estable, esperamos que despierte. Gracias al Señor los proyectiles no han comprometido ningún órgano”, indica Juan, quien cree que el atentado no hará que su pariente abandone la profesión, de la cual se graduó hace 19 meses y su pase de Loja fue directo al Puerto Principal.

“Mis padres le decían que tenga cuidado, ya sabe cómo está Guayaquil y la zona en la que estaba designada. Sabíamos que había peligro, pero ella igual quería servir. Conociéndola, seguiría en funciones, pero luego de su recuperación y sin duda necesitará de terapia física y psicológica”, manifiesta Juan, quien afirma que él y sus familiares han entrado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en la clínica privada en la cual la atienden.

“Verla nos alienta el corazón, de pronto ella puede escuchar las voces. Le hablamos y damos aliento. Le decimos que le meta empeño”, concluye el pariente.

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En los exteriores de la clínica en la que se encuentra la agente hay resguardo policial.Romina Almeida / EXTRA

Cadena de oración

“En los circuitos, en todas las formaciones que hacemos se pide por ella”, indica el subteniente Luis Jiménez, quien fue uno los compañeros que la encontró luego de ser baleada.

El gendarme revela que el día del ataque armado le pidió a Dios que no le pase nada, que Verónica no falleciera.

“Fue un golpe muy duro lo que vivimos, pero lo importante es que ella se está recuperando. No vamos a abandonarla. Gracias al Todopoderoso reaccionamos rápido y la trasladamos en el balde de la camioneta (en un colchón) hasta un hospital de Monte Sinaí, pero nos comentaron que no contaban con los cirujanos y médicos apropiados para brindarles la atención. Después la llevamos al hospital de la Policía, pero no habían los insumos necesarios, hasta que vinimos a la clínica”, detalla el peregrinaje.

Uniformados encontraron 16 vainas percutidas, calibre 223; 5 vainas percutidas, calibre 9x19mm; y una bala deformada.

Voz médica

Este martes 11 de octubre, el doctor Roberto Gilbert, director de la casa de salud privada que atiende a Songor, expresó que condición hemodinámica de la paciente es estable. "Tiene buena presión arterial, está orinando bien. La única incógnita es su cerebro, esperamos cinco días (más la realización de varios análisis), no podemos emitir criterio hasta los cinco días", finalizó el galeno.

Horrible madrugada

“Estábamos cumpliendo el servicio de amanecida, yo estaba de patrullaje. Pasé a la UPC para firmar el libro de atención ciudadana (control y supervisión de la guardia). Ella se rió, le dije que ya regresaba, pasaron 20 minutos y los del Ecu-911 reportaron el ataque y avanzamos de inmediato. Ella estaba consciente y fuerte, me pedía que aún no le cuente a sus papás”, expresó su compañero, quien irá hasta el santuario de la Virgen del Cisne, la santa de la tierra de ambos (Loja), para rezar por Verito.

“Tengo un perdigón que le sacaron a ella y se lo pondré delante de La Churonita para que la ayude a mi compañera”.
Subteniente Luis Jiménez, compañero de Verónica  
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En hojas, los antisociales dejaron mensajes amenazantes a los uniformados.cortesía