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¡Payasos están felices de nuevo porque se reabren los espectáculos y fiestas!

Sin matinés ni circos en donde trabajar, la mayoría tuvo que buscar cachuelos, desde vender comida hasta frutas o mascarillas. 

Super coleguita y su hijo Sunami para web
Súper coleguita y su hijo Sunami, de 7 años, forman una dupla genial de la risa.Miguel Laje / EXTRA

Adiós cocina, de regreso con alegría a lo suyo: el arte. Después de casi dos años de ocultar bajo una sonrisa sin maquillaje lo que vivió en época de la pandemia, cuando se dedicó a vender comida a domicilio, Jorge Vera vuelve a ser ese personaje que por más de 25 años ya es parte de él mismo: Chancholín. 

Vestido con su traje negro y gorro rojo, Chancholín lideró, hace unos días, una marcha con la cual los payasos recordaron su día clásico.

Esta vez hubo más felicidad, pues con menos restricciones por parte del COE Nacional ante la COVID-19 esperan que la actividad actoral se retome. 

Durante el tiempo que duró la crisis sanitaria, cuando se cerraron circos y no había espectáculos ni fiestitas infantiles, la mayoría de ellos se quedó sin ‘camello’.  “Tuve que dejar de lado el maquillaje y los chistes para emprender en el negocio de la comida”, resaltó el artista, quien estaba acompañado del menor de sus tres hijos, de 15 años.

En el grupo también estaba Luis Orellana, Súper coleguita, junto a su hijo Snayder Orellana, de 7 años, Sunami. Él es docente y hace 20 años, por casualidad, inició su carrera artística. “Una amiga me pidió que le animara la fiesta de su hija y ahí nació Súper coleguita”, recuerda.

Su único hijo lleva dos años como payasito. Es alegre, dinámico y hace buena dupla con su padre. “Mi nombre es Sunami sin t, porque el que lleva t destruye y yo doy alegrías”, alegó entre risas el niño cara pintada.

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Los Reporteros alegres hicieron de las suyas entrevistando a los asistentes y hasta a los periodistas.Miguel Laje / EXTRA

En tanto que Daniel Castillo, Tonelín, y su hijo Fander Bajaña, Tonelito show, llegaron desde Simón Bolívar para participar de las actividades programadas por su día clásico. Castillo lleva como payaso cerca de diez años y su hijo menor alrededor de dos.

“A él lo contratan a veces solo (al menor), porque hay niños que le tienen miedo a los payasos, entonces cuando lo ven, los niños entran en confianza y van perdiendo esos miedos”, sostiene.

En ese punto, Chancholín destaca la importancia de la reactivación del “sector de la alegría”, pues cree que es necesario para mantener vivo este arte y, además, porque se vuelve a trabajar en lo que es suyo, en lo que saben. 

“Llevo 25 años como payaso y desde hace tres trabajo junto a mi hijo. Me sentí orgulloso cuando lo vi que agarró el maquillaje. Anhelo enviarlo a algún circo, porque la mejor escuela para un payaso es el circo”, dijo el comediante. Porque a fin de cuentas, una herencia alegre como esta no se puede dejar morir.

Los artistas aseguran que una terapia como la risa, barata y contagiosa, es ‘recontra’ útil para unir familias. Por eso, una vez que se han comenzado a reactivar los circos en el país, piden el apoyo de la ciudadanía para que asista “y los chicos no pasen metidos en el celular”, expresa Jorge Vera, Chancholín. 

Precisó que cuando se limitaron los shows, tocó improvisar”. Pero el ‘show’ de la vida seguía y por eso “otros nos dedicamos a vender comida, manzanas acarameladas, mascarillas o frutas. No podíamos vivir del arte”, recordó Tonelín.

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El día clásico del payaso ecuatoriano se celebra cada 16 de febrero.Miguel Laje / EXTRA