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El ministro de Educación, Augusto Espinosa, y el gobernador del Guayas, Julio César Quiñónez, visitaron a las víctimas.Néstor Mendoza, Mariuxi Cáceres y Twitter

La explosión en Playas deja dos niños en la orfandad

María José Campoverde tenía 26 años y era viuda desde hace 2. Aún se investiga de dónde provino el explosivo que la mató y dejó 15 heridos.

General Villamil (Playas) y Guayaquil, Guayas

El receso estaba por culminar. Algunos estudiantes permanecían en sus aulas y otros recién empezaban a regresar. Eran las 17:30 del pasado jueves. Faltaban pocos segundos para que la campana sonara, pero un estruendo se adelantó y alarmó a quienes estaban allí.

El estallido provenía del aula 3 de la unidad educativa Víctor Emilio Icaza. En ese salón funcionaba el paralelo B del programa de bachillerato acelerado, del Ministerio de Educación, conformado por treinta alumnos.

Zami Balón, de 20 años, caminaba hacia esa clase cuando se suscitó la explosión. Luego, corrió a observar qué había pasado y se encontró con la escena de quince heridos y una fallecida, en medio del salón.

Estaba desesperada. Uno de sus compañeros le clamaba por ayuda y decidió acercarse. “Lo tuve entre mis brazos y me decía, llorando: no me dejes morir”, recordó. La joven añadió que le será difícil superar esa experiencia.

“Los chicos salían arrastrándose del aula, pues tenían las piernas lastimadas”, relató la joven. El hecho se registró en el recinto El Arenal, ubicado en el kilómetro 5,5 de la vía a Posorja, en el cantón General Villamil, más conocido como Playas, en la provincia del Guayas.

Franklin Gómez, amigo de las víctimas, relató que aquella tarde dos adolescentes, de 16 y 17 años, estaban jugando con un objeto explosivo y de repente cayó por los pies de María José Campoverde Beltrán, de 26 años, quien les acababa de advertir que tuvieran cuidado, porque lo que tenían era peligroso.

Campoverde Beltrán falleció, mientras que los menores de edad, sospechosos de manipular el artefacto, son las víctimas con mayor gravedad.

Petita Beltrán es la madre de María José. La señora rememoró que su hija “había abandonado sus estudios cuando se casó, pero los retomó porque quería ser bachiller para educar a sus hijos, de 3 y 7 años, de diferentes compromisos. Ella era padre y madre para sus hijos. Yo vivo sola y gano poco en el bar del colegio, no sé cómo haré para criarlos”.

OPINIONES

“ Ella (María José Campoverde) era padre y madre para sus hijos. Yo vivo sola y gano poco en el bar del colegio, no sé cómo haré para criarlos”.

Petita Beltrán, madre de María José Campoverde

“Los doctores me dijeron que él (Andrés Mero) está bien. Le amputaron dos dedos, tiene un hueco en el pie, tiene el talón reventado y otros pequeños cortes”.

Manuel Mero, papá de un herido

OCHO VÍCTIMAS SIGUEN HOSPITALIZADAS

Tras la explosión, los quince heridos fueron llevados al hospital del cantón Playas, donde los médicos los evaluaron y determinaron quiénes podían ser atendidos en el sitio y quiénes debían ser derivados al Puerto Principal.

Esa misma noche, los dos adolescentes sospechosos de llevar el objeto explosivo al aula fueron trasladados al hospital Abel Gilbert Pontón, del suburbio porteño. A ese lugar también llevaron a Andrés Mero Mero, de 30 años.

En cambio, en el Luis Vernaza fue ingresado Édgar Flores Yagual, de 19 años.

En General Villamil permanecían hospitalizados Marcia Cruz Mite, de 30 años; Cristian Suárez Mite, de 29: Josué Navas, de 17, y Jorge Zambrano, también de 17.

Los heridos con menor afectación fueron Sergio Cruz, Manuel Crespín, Éricka Limones, María Rodríguez, Martha Mite, Narcisa Álvarez y Ana Medina. Ellos recibieron el alta médica después de recibir los primeros auxilios.

Rosa María Litardo, del área de Gestión Presidencial, de la Gobernación del Guayas, recorrió ayer a los afectados aún hospitalizados. “Hemos hablado con los médicos que atendieron a los pacientes y nos dijeron que están estables y en compañía con sus parientes. Están fuera de peligro”, sostuvo, aunque afirmó que “los más delicados son los que están en Guayaquil”.

Manuel, el papá de Andrés Mero, también viajó a la urbe porteña para conocer el estado de su vástago. “Nosotros no sabemos mucho, los doctores me dijeron que él está bien. Le amputaron dos dedos, tiene un hueco en el pie, tiene el talón reventado y otros pequeños cortes”, mencionó.

Bernardo Fernández, jefe de un grupo de emergencias del hospital Abel Gilbert Pontón, explicó que en el caso de Mero recibirá el alta en cinco días si no se presenta otra complicación, mientras que en el caso de uno de los adolescentes sospechosos, mencionó que deberá permanecer en cama por un tiempo prolongado, aún por definir.

El galeno precisó que las víctimas “no sufrieron daños en órganos vitales ni en el cerebro”.

Además, aclaró que los afectados no tenían heridas penetrantes, sino de golpes fuertes contra los miembros. “Fueron a causa de una explosión, pero no sabemos de qué tipo de artefacto. Eso no nos compete”, indicó el doctor.

LA POLICÍA INVESTIGA VARIAS HIPÓTESIS

Santos Bravo, otro estudiante y testigo del hecho, contó que un alumno de origen colombiano, que radica en la comuna Engabao, es quien habría llevado cuatro ojivas (explosivos de uso militar) y se las dio a sus compañeros, pero que solo una se quedó con ellos, con la que habrían empezado a jugar, pero luego la habrían colocado en una mesa, de donde se cayó y se produjo la explosión.

No obstante, en un informe de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida (Dinased) se señala que los sospechosos habrían dicho que el artefacto explosivo “lo habían encontrado cerca de la vía principal, en el sector denominado Engabao, en un polígono de práctica, de uso militar, abandonado”.

Dentro de las investigaciones, los agentes allanaron las viviendas de los sospechosos, porque presumían que en esos lugares tenían más explosivos. Sin embargo, no encontraron, según se detalla en un parte.

En otro informe, de la unidad antiexplosivos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR), se precisa que el lugar de los hechos fue una escena cerrada y que eso permitió encontrar indicios del tipo de artefacto.

En el escrito se señala que “se trata de una explosión de un proyectil explosivo ojival, de uso militar, que se activó por manipulación e impacto”.

También se describe que las víctimas fueron afectadas por “los efectos de la onda expansiva y la fragmentación (del artefacto)”.

Un agente del GIR explicó que este tipo de proyectil es de alto poder y, en tiempos de guerra, suele ser usado para derribar aeronaves y tanques enemigos. Además, mencionó que tras el estallido, la onda expansiva alcanza hasta 50 metros.

Audiencia en hospital

Los sospechosos eran custodiados por agentes de la Policía Especializada en Adolescentes (Dinapen). Por disposiciones del fiscal Robert Acosta, la audiencia de formulación de cargos en contra de los adolescentes sería realizada la tarde de ayer, en el hospital donde permanecen asilados.