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Playas: ¡Viven entre ratas y basura!
El relleno sanitario es un foco infeccioso a cielo abierto. Un barrio sufre las consecuencias. Moscas y roedores son sus ‘inquilinos’ malqueridos.
El canguil es una sobra que se la peleó con una rata... y sabe delicioso. En medio de una pestilencia inaguantable, entre basura, moscas y roedores, José (nombre protegido) disfruta de esa ‘delicia’ que sacó de entre los desperdicios para poder alimentarse. A sus espaldas, atrás como una contradicción burlesca, luce un letrero que dice: “Playas avanza con buen ambiente, ADM municipal. Arquitecto Dani Mite, 2019 -2023”.
José es uno de los tantos que, entre recicladores y gente de la calle, ha hecho del relleno sanitario ubicado en el barrio 25 de Julio, a 2 kilómetros del centro poblado de General Villamil, Playas, el lugar donde poder hallar algo que les sea útil. En su caso, comida. No importa que deba escarbar para sacarla de entre la basura, donde abundan ratas y moscas.
Detrás del cartel que se encuentra a la entrada del basurero ‘a cielo abierto’ se levanta una gran columna de humo, producto de la basura que se quema en el lugar.
Para Elizabeth Guzmán, quien tiene 15 años viviendo en el barrio 25 de Julio, ese letrero es una burla para sus habitantes, donde hay casas que se ubican a menos de 100 metros del botadero.
La moradora, de 42 años, cuenta que la hediondez es insoportable, en especial cuando hace mucho sol y peor cuando el viento sopla y arrastra ese mal olor hasta los hogares. Las moscas son ‘inquilinas’ malqueridas del lugar y existen por miles.
Para Jéssica Ibarra, el asunto es mucho peor aún. Su casa está al otro lado del alambrado, es decir a no más de 15 metros de todo el basural. Asegura que “esto es angustiante, vivimos entre las ratas y las moscas están en todos lados”.
Como si esto fuera poco, en el botadero se producen incendios cuando el sol es intenso, contaminando el ambiente. “No sabemos si alguien quema la basura o es por los productos químicos que ahí se arrojan que con el calor se provoca el fuego y se producen hasta explosiones”, señala Israel Antonio García, un reciclador que se alimentaba entre los desechos.
Se generan gases tóxicos
René Mendoza, también vecino del lugar y quien ha trabajado en el tema medioambiental en empresas privadas, dice que lo que en Playas existe es “un botadero a cielo abierto, no un relleno sanitario; es un área de disposición final de residuos sólidos sin control y sin la adopción de medidas para la prevención y mitigación de los impactos ambientales y sanitarios, como erosión, sedimentación, generación de gases y lixiviados, incendios, roedores”.
Agrega que en administraciones pasadas sí se siguieron los pasos para la regulación: cierre técnico y celda emergente del botadero municipal, “pero hace tres años todo se ha vuelto un foco de infección, donde los gallinazos y recicladores conviven en un mismo espacio. No hay control en la entrada, ni orden dónde colocar la basura”, cuestiona Mendoza.
Como consecuencia de esto, los moradores están expuestos a los gases que emite el botadero municipal, lo que tiene efectos extremadamente negativos sobre la salud de adultos y niños. “La composición de la basura es diversa. A más de los desechos comunes (desperdicios de casa, comida), los cauchos, medicinas caducadas y plásticos, que es todo lo que llega, puede producir gases tóxicos con efectos nocivos para la salud humana”, recalca el ingeniero ambientalista Rafael Real.
Esto puede ser foco de enfermedades. “Sin mencionar la precariedad en la que vive esta gente que todos los días está expuesta a virus, bacterias, gases tóxicos, contaminación y enfermedades”, advierte.
Esto preocupa a la doctora Mindy Wanzan, quien explica que los niños, las personas de la tercera edad y aquellos con enfermedades catastróficas son los más vulnerables a contraer enfermedades vectoriales.
“Las moscas traen epidemias, como la salmonelosis y la tifoidea. Los niños del sector seguramente tendrán erupciones en la piel”.
60 toneladas de basura diarias genera Playas. El relleno sanitario tiene 23 hectáreas, pero 6 han sido invadidas.
No deberían vivir allí
Guadalupe Cevallos, una de las decenas de personas que reciclan en ese lugar y que están expuestas a agentes contaminantes, está consciente del riesgo que corre, pero dice que “no queda de otra, porque necesitan conseguir algo para sobrevivir”.
Magali Castro, su compañera, es tajante. Cuestiona que “no hay trabajo y, para ganar algo reciclando, la gente hasta se pelea por la basura. Y el Municipio apenas tiene un tractor para enterrar la basura, que pasa solo dañado y sin combustible”.
Otro problema, advierte Klever Chiang, gerente de la Empresa pública municipal de aseo de calles (EMAPA.EP), es que quienes habitan cerca del relleno sanitario no deberían estar allí y que “no se estaría respetando la ordenanza que estipula que a 500 metros alrededor de ese lugar nadie puede hacer viviendas”.
Jorge Haro, director de la Unidad de Planificación y Gestión Territorial, explica que los predios que están junto al relleno son privados, “el Municipio lo que puede hacer es no dar permiso de construcción”.
Agrega que los supuestos invasores de 6 hectáreas que están dentro del relleno son recicladores que viven en el lugar y que en algún momento tendrán que salir.
Sin maquinaria para enterrar basura
Klever Chiang, gerente de EMAPA.EP., señala que el problema del relleno sanitario viene de años, pero hace un mes ya se está trabajando para tener un ordenamiento. Explica que se ha iniciado con la construcción de celdas para enterrar la basura, pero tienen el problema de que la maquinaria está en mantenimiento, por lo que se hacen gestiones para que el equipo del Municipio entierre la basura.
Chiang agrega que una de las dificultades que enfrentan es el tener recursos limitados, lo que no les permite adquirir recolectores nuevos, por lo que se alquilarán dos, “que sale más barato que comprarlos, porque no hay que darles mantenimiento ni pagar choferes. Estos se sumarán a los tres que tenemos, que se dañan constantemente”, reconoce el funcionario.
Precisa que aún no tiene establecido cuánto cuesta un recolector nuevo, pero que alquilar uno está en 25 dólares la hora, y que la empresa que da el servicio se encarga de pagar chofer y mantenimiento.