Juan Fernando Hermosa Suárez, apodado el “Niño del Terror”, fue uno de los asesinos seriales más jóvenes del Ecuador. Nació el 28 de febrero de 1976 en Shushufindi, Sucumbíos, y a los 15 años ya lideraba una pandilla juvenil que frecuentaba discotecas y salas de videojuegos en Quito.

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Entre noviembre de 1991 y enero de 1992 cometió una ola de crímenes que estremeció al país. Se le atribuyen entre 22 y 23 asesinatos, principalmente de taxistas y miembros de la comunidad LGBTI en la capital. Su violencia sistemática desató un clima de temor que marcó a toda una generación.

Crímenes y captura

Su primera víctima fue un taxista, asesinado de un disparo en la cabeza durante un viaje. Semanas después mató a un peluquero travesti en su local tras una discusión. Con cada crimen, la prensa alertaba sobre un adolescente que actuaba con frialdad y dejaba un rastro de muerte en Quito.

La Policía logró ubicarlo gracias a información de otros jóvenes delincuentes. El 16 de enero de 1992 fue capturado en un operativo en el que murió su madre adoptiva. Con apenas 15 años, Hermosa confesó su responsabilidad y el país lo conoció desde entonces como el “Niño del Terror”.

Condena y final trágico

Por su edad recibió la pena máxima de entonces: cuatro años en el centro de rehabilitación Virgilio Guerrero. Desde allí protagonizó fugas y motines, llegando incluso a estar involucrado en la muerte de un policía. Tras ser recapturado en Colombia, cumplió su condena y recuperó la libertad.

El 28 de febrero de 1996, el mismo día que cumplía 20 años, fue encontrado muerto a orillas del río Aguarico, en Sucumbíos, con signos de tortura y varios disparos. Hasta hoy, las circunstancias de su asesinato permanecen en la sombra.

Gisella Bayona y su anécdota con el Niño del Terror

La escena parecía sacada de una película de suspenso. En un video de archivo, se observa a Juan Fernando Hermosa sentado en la cama de su celda, respondiendo a una entrevista con aparente naturalidad. Sin embargo, lo que estremeció a la periodista Gisella Bayona no fue la actitud del joven asesino, sino el fondo de aquella imagen: toda la pared estaba cubierta con recortes y fotografías de ella.

Eran imágenes de cuando participó en el Miss Ecuador de 1994 y de sus primeros años en la televisión nacional. “Toda la pared estaba forrada con mi imagen. Sentí terror, una vulneración inmensa por mi profesión”, confesó Bayona en el pódcast House of Jose.

Hoy, con 52 años y más de tres décadas de trayectoria, la comunicadora recuerda ese episodio como una de las experiencias más inquietantes de su carrera. Más allá del susto, destacó lo que implica ser mujer y periodista en un país donde la exposición pública puede convertirse en un riesgo latente.

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