La última vez que Antonieta Almeida Pérez vio con vida al mayor de sus cinco hijos, Víctor Arturo Velásquez Almeida, fue a las 10:00 del sábado 22 de abril. A su casa ubicada en la cooperativa Valle Independiente, en el Guasmo Sur de Guayaquil, llegaron dos hombres y le ofrecieron ‘cachuelo’ como albañil.

El guayaquileño, de 36 años, salió de su vivienda y no volvió más. Eso llenó de angustia a su madre, quien comenzó a preguntar a familiares y amigos si conocían del paradero de su vástago.

Dieciocho horas después, a las 04:30 de ayer, varios ‘hacheritos’ tocaron la puerta de su domicilio y le contaron a su cónyuge que Niño Lobo, sobrenombre con el que llamaba a su hijo desde que era menor de edad, había sido hallado sin vida, en una calle de la cooperativa Guayas y Quil 1, sector que también pertenece al Guasmo Sur.

Pero atrás de esta desgarradora noticia existía algo peor. Víctor Arturo no solo fue asesinado, también decapitado. Su cuerpo fue encontrado desnudo y con señales de haber sido torturado. Estaba envuelto en sábanas.

Tras las pericias realizadas en el sitio del hallazgo, fue llevado hasta el Laboratorio de Criminalística, a donde la mañana de ayer llegó Antonieta para realizar el trámite que le permita darle sepultura a su descendiente.

“¿Dónde está la cabeza de mi hijo? ¿Por qué tanta saña y maldad? Aunque no tiene la cabeza, sé que es él, lo reconozco por los tatuajes en sus brazos. Desde chiquito le decíamos Niño Lobo, porque era bien velludo”, manifestó llorando la progenitora.

Cámaras de seguridad del sector registraron que el cuerpo fue abandonado por sujetos que llegaron a bordo de una motocicleta y de una tricimoto.

“El hombre de la moto llevaba gorra, vestía bermuda, estaba acompañado de una tricimoto, de la cual bajan un bulto y lo dejan tirado sobre la calzada”, manifestó el investigador. (AEB)