Una vaca atada al tubo de un juego infantil es la evidencia del abandono de un parque en el barrio Salvador Allende, en el occidente de Quito, pero no es la única área de esparcimiento que ha sido olvidada por las autoridades en la zona, porque a pocos minutos, en el sector Álvaro de Cevallos, la situación es similar: todo está destruido.

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A eso se suma que las canchas adyacentes a estos lugares tampoco están en las mejores condiciones, pues aún son de tierra y quienes acuden a diario -sobre todo los niños- corren el riesgo de sufrir lesiones, comenta el residente Segundo Paguay.

El lugareño comenta que lo ideal sería acondicionar estos sitios con césped sintético y arreglar las estructuras que se han dañado, como los columpios, resbaladeras, entre otras diversiones que se han vuelto inutilizables.

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Se viene un ternero

En el parque de Salvador Allende el problema es mayor, porque los niños ni siquiera se acercan por el temor que le tienen a la vaca que alguien deja en el sitio, pues los dueños ni siquiera habitan junto a la plaza infantil. Eso ocurre de lunes a viernes, mientras que los fines de semana el animal es llevado a otro lugar, junto a la cancha del sector.

Y eso también perjudica, porque es el día que más personas frecuentan el campo deportivo, sostiene Maicol Iza, quien es morador y dirigente de la liga barrial que lleva el nombre de la barriada.

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Para el habitante, el mal aspecto del sitio aleja a los más pequeños. Además, en poco tiempo esta vaca tendrá un ternero, agrega. Sin embargo, este no es el único problema de este lugar, pues también hay partes del terreno que han cedido y por eso los vecinos piden la intervención de alguna entidad. En la zona deportiva no hay un cerramiento perimetral y el parque ecológico que estaba a su lado fue dañado, porque las luces y los adornos que había en el sitio fueron robados.

Iza lamenta que, pese a que estos sean barrios regulados, no se considere una intervención en estos sitios de esparcimiento. El dirigente enfatiza que las obras que se han hecho en estos espacios han salido del bolsillo de ellos mismos. Poco a poco han tratado de hacer los arreglos, pero reitera que necesitan apoyo.

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