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Quito: Ellas son las guardianas de la Ruta de Humboldt

Un grupo de emprendedoras labra la tierra, prepara alimentos, atiende y guía a turistas, a quienes incluso ofrecen recorridos hacia el Rucu Pichincha

Las lugareñas, la mayoría sin saber leer o escribir, encuentra en la labor comunitaria una fuente de ingresos. En la zona hay desatención.
Las lugareñas, la mayoría sin saber leer o escribir, encuentra en la labor comunitaria una fuente de ingresos. En la zona hay desatención.ANGELO CHAMBA

Son conocidas como las guardianas de las laderas del Pichincha. Sin embargo, prefieren identificarse por el nombre que han elegido, inspirado en el camino que tomaron en 1802 el geólogo alemán Alexander von Humboldt y el naturalista francés Aimé Bonpland, en su recorrido por el continente americano. Se trata de las Emprendedoras de la Ruta de Humboldt.

Y así como estos científicos son considerados los redescubridores del continente por sus hallazgos y estudios, estas mujeres, entre jóvenes y adultas mayores, son admiradas porque buscan ‘resucitar’ el trayecto que hicieron en Quito los investigadores europeos, que empieza en el Mirador de Toctiuco, una zona céntrica capitalina, y sube hacia el volcán Rucu Pichincha.

Estas mujeres labran la tierra sin importar las condiciones climáticas.
Estas mujeres labran la tierra sin importar las condiciones climáticas.ANGELO CHAMBA

Para llegar al sitio se pueden tomar buses que pasan por el Centro Histórico en dirección a La Chorrera o el Mirador de Toctiuco. Los taxis son otra opción.

Y a diferencia de Humboldt o Bonpland, quienes contaban con gran preparación académica, la mayoría de emprendedoras no ha tenido la oportunidad de cursar sus estudios primarios, por lo que no saben leer o escribir. “Somos analfabetas, como se dice vulgarmente...”, comenta María Sangucho, una de las pioneras en la tarea de cuidar su entorno natural.

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Como una especie de barrera de protección para evitar deslaves, ellas han creado huertos en las pendientes, de los que toman los productos para la elaboración de los alimentos que ofrecen -los fines de semana- a los turistas que se animan a conocer esta ruta, que tiene un recorrido a pie de dos a tres horas, según las condiciones físicas de las personas. En total son aproximadamente 12 kilómetros de camino, que empieza en una zona a 3.200 metros sobre el nivel del mar.

Locales y extranjeros acuden a este lugar, que cuenta con una ruta hacia el Rucu Pichincha.
Locales y extranjeros acuden a este lugar, que cuenta con una ruta hacia el Rucu Pichincha.ANGELO-CHAMBA

Datos destacados

  • Sus cultivos. Con una vista privilegiada de la ciudad estas mujeres labran la tierra para sembrar remolachas, zanahorias, apios, lechugas, rábanos, entre otros vegetales. “Ese es nuestro trabajo como mujeres, para podernos solventar económicamente, porque no tenemos empleo y tampoco hemos tenido muchas oportunidades en la vida. De esta manera buscamos sobresalir”, explica Sangucho. Las emprendedoras, además de vender sus alimentos, hacen las veces de guías turísticas y, en su búsqueda de recuperar la Ruta de Humboldt hacen mingas para retirar la maleza, despejar los caminos y evitar que unas pequeñas casas, que hasta hace una década sirvieron como cafeterías y refugios, sean destruidas por completo.
  • La ‘jama’. Estas mujeres ofrecen, en el Mirador de Toctiuco, fritada con mote, alitas asadas, colada morada, ceviche de balde, gelatina, entre otros productos.
  • Abandono.  Christian Iván Quispe, coordinador del cabildo barrial de Toctiuco, explica que en la zona existe el objetivo “de rescatar el espacio turístico: flora, fauna, evitar la tala de árboles y buscar el turismo comunitario”. Además, argumenta que es una tarea dura, porque el sitio estuvo en el olvido por más de diez años y ahora son los lugareños, encabezados por las mujeres emprendedoras y pidiendo ayuda a instituciones públicas y privadas, quienes lo quieren revivir.