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Las terminales del Trole y la Ecovía enviarán unidades hacia las estaciones del Metro.Fotos: Henry Lapo, Ángelo Chamba, Karina Defas / EXTRA

¡Lindo el Metro, pero se olvidaron de los baños!

A los quiteños les entusiasma el tiempo que ahorrarán en el nuevo sistema de transporte. Sin embargo, tienen dudas sobre la seguridad y la higiene.

Cruzar la ciudad de norte a sur en poco más de media hora emociona a los capitalinos. El Metro de Quito promete 34 minutos para recorrer de Quitumbe a El Labrador, con un sistema bajo tierra, pero con un problema: sin inodoros. El acondicionamiento de las estaciones principales, que contarán con locales comerciales y andenes de arribo y salida, genera preocupación, sobre todo en temas de sanidad por la falta baños.

En los planos del sistema de transporte no se ha contemplado las baterías sanitarias. Del departamento de comunicación de la obra se confirmó a EXTRA que no existen servicios higiénicos en ninguna parada, ni en las estaciones principales. “El traslado más largo es de media hora, por lo que en los diseños no se consideró la necesidad de baños”, explicó la institución a este Diario. La entidad sugieren utilizar los inodoros de las estaciones cercanas, como la del Terminal de Quitumbe (sur), aunque en El Labrador no habrían baterías aledañas.

Para Cristóbal Buendía, del Observatorio de Movilidad Ciudadana, la situación es “absurda” e implicaría muchas “carencias en la calidad del servicio para los usuarios... Tener baños es elemental, tan necesario como la electricidad o la ventilación”. Considera que el diseño debería ser corregido, porque además de representar un problema de salubridad y mal olor podría causar complicaciones médicas en los pasajeros.

“Previo a la apertura se realizan controles de uso. Deben cumplir con las ordenanzas vigentes y el código de salud para otorgarles los permisos”, precisó. Incluso detalló que en sitios donde asiste mucha gente, como plantones, conciertos, entre otros, se colocan baterías sanitarias portátiles. Diana Rocano se sorprendió al conocer sobre la ausencia de baños en el subterráneo. Ella está en sus últimos meses de embarazo y aguantarse las ganas “no es una opción”. Para la joven no solo las mujeres en cintas necesitan las baterías sanitarias.

“Toda la población tiene necesidades biológicas que deben ser atendidas a tiempo. Las mujeres pueden sufrir infecciones, más aún cuando se tiene el periodo”, expresó.

Asimismo, los malos olores son una preocupación para Paúl Sangucho. La carencia de ese servicio “seguro originará que la gente se orine donde quiera” y eso le hace dudar sobre usar o no ese medio de transporte.

Esta situación pone aprensiva a varias personas, especialmente a las familias con niños y adultos mayores, quienes serán los más afectados. “Es imposible que un infante espere hasta llegar a un baño en otro lado. Hay gente con enfermedades a quienes también les urge usar el inodoro en el sitio en el que está”, dijo Alfredo Miranda.

Ahorro en el tiempo

Respecto al sistema en general, Cristóbal Buendía mencionó que el problema no es la infraestructura, sino la gestión de transporte que “debe ser rediseñada y alineada para que el Metro pueda funcionar”. El experto en movilización indicó que en Quito viajan en transporte público, un millón 100 mil personas, por lo que la cobertura del servicio beneficiaría a un 15 % de la población.

Por eso, lo que único que entusiasma a Rocío Tamayo es el tiempo que ahorrará en cada viaje, ya que actualmente para movilizarse desde Pomasqui hasta El Ejido tarda dos horas. Para ella, ir en bus “es una pérdida de tiempo”, especialmente al retorno. “Salgo de clases a las seis y llego a la casa a las ocho. Esto no da chance de hacer nada”, comentó.

Sin embargo, con el nuevo sistema de transporte, Rocío podrá tomar un alimentador en una parada cercana a su hogar, dirigirse hasta la estación de La Ofelia y luego embarcarse en una unidad hacia El Labrador. Esta es la terminal más grande de El Metro en el norte de la ciudad y está acondicionada para el desembarque de los 18 trenes que tendrá el servicio. El transporte subterráneo con capacidad para 1.500 pasajeros, en seis vagones, recorrerá las 15 paradas distribuidas a lo largo de la urbe, sin parar en cada semáforo.

Para Ney Jiménez, presidente del Corredor Central Norte, el Metro de Quito es mucho más que un tren subterráneo. “Es todo un sistema de movilidad para los quiteños. Es una red que modificará algunas rutas y creará otras”, puntualizó.

Aunque hasta el momento no se ha fijado una tarifa para el servicio, Jiménez estima que irá a la par de sus similares en Latinoamérica. “Tal vez un dólar, tal vez menos”, acotó. Lo importante es analizar cuáles son las rutas necesarias.

“El quiteño siempre ha estado listo para el Metro. Solo se debe implementar un plan de movilidad ordenada y orientarlo a mejorar sus hábitos”, indicó. En el Trole y en la Ecovía el sistema funciona actualmente de la misma forma. Los alimentadores recorren los distintos barrios del norte, centro y sur de Quito y direccionarán a los usuarios hasta las estaciones principales: El Labrador (norte), San Francisco (centro) y Quitumbe (sur).

Estaciones

Son subterráneas, exceptuando tres paradas. El Labrador y Quitumbe tienen dos niveles.

Pagos

Se implementará un servicio de tarjetas magnéticas para deducir el valor en cada uno de los viajes.

Trenes

Cada tren tiene una longitud de 109 metros y circulará a una velocidad promedio de 40 kilómetros por hora.