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Cuando se mantiene una relación de amistad con la mascota, esta se irá adaptando a esa forma de vida.Extra

En Quito, el perro que esperaba a su dueño fallecido se fue

El animal ya no se encontraba en el sitio, donde su amo fue hallado sin vida, en la calle Quimiag, sur de Quito.

La vereda de la calle Quimiag, en el sur de Quito, ya no acogía a un pequeño habitante que se instaló por un momento en el cemento frío. Allí permanecía recostado un perro café, que miraba un pequeño charco de sangre, que dejó su dueño tras caer y fallecer.

Tampoco estaba el costal blanco del hombre, en cuyo interior había ropa y botellas de plástico. “Un señor lo ahuyentó”, comentó una moradora que barría la puerta de su vivienda. La espera del can llamó la atención de los transeúntes, que pasaban por allí mirando al animal y al líquido rojo espeso, la sangre que salió del cráneo del sujeto hallado la mañana del 14 de septiembre.

La gente vio al individuo caminar todos los días con el costal en su hombro. El perro lo acompañaba en su recorrido, recogiendo plástico y objetos reciclables.

Tras el deceso, parecía que la historia de este animal sería la misma que sorprendió en Japón, hace 91 años. En la isla asiática, un perro llamado Hachiko perdió a su amo, luego que él pereciera por un paro cardíaco.

La rutina del Eisaburo Ueno era ir a la universidad de Tokio desde la localidad Odate. Ahí dictaba clases. Todas las mañanas el akita le acompañaba hasta la estación del tren. Por las tardes recibía a su dueño.

Pero el 21 de mayo de 1925 Ueno murió. Su mascota mantuvo la costumbre durante nueve años, hasta que Hachiko amaneció sin vida frente a la estación del tren.

Para el veterinario Diego Calderón, este tipo de acciones son impulsadas por emociones. “Lo que hizo el perrito del señor que murió en el sur de Quito también se da porque hubo una costumbre del animal”.

A decir de Calderón, cuando una persona alimenta, nombra, baña y mantiene una relación de amistad con la mascota, esta se irá adaptando a esa forma de vida. Pero, aunque se den este tipo de situaciones, eso no significa que haya sentimientos por parte del perro. “Eso solamente es cosa de humanos”, acotó el profesional.

En efecto. El perro que aguardaba al hombre fallecido se perdió de la mirada de los transeúntes de la Quimiag.