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Quito

Las denuncias detrás del colegio de Quito al que pertenecía la joven que se suicidó

Madre de familia habló con EXTRA y contó la irregularidades que se cometerían en el colegio Mejía

Caso Johana Balladares
María contó las supuestas anomalías en el Colegio Mejía de QuitoRENE FRAGA

El Ministerio de Educación emitió un comunicado en el que lamentaba la muerte de Johana Balladares, alumna del colegio Mejía y que se habría suicidado al ser víctima de bullying. La entidad afirmó que el 31 de marzo un docente reportó sobre la presunta agresión a la menor. "El DECE recomendó a las autoridades del plantel activar las rutas y protocolos y organizó una reunión con los padres de familia de la víctima y del estudiante agresor"

Sin embargo, las quejas en contra del establecimiento van más allá de esta muerte. María (nombre protegido) rompió el silencio. Contó a EXTRA que ella como madre y voluntaria de algunas de las actividades de la institución ha presenciado varias anomalías.

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Dentro de ese establecimiento no habría solamente bullying, sino venta de droga, consumo de alcohol, pandillas, robos y se habla hasta de prostitución. Además, el robo y arranche de celulares sería algo cotidiano. “Tres al día, al menos”.

Incluso su hija fue víctima de eso, le robaron su teléfono y lo recuperó dentro de un basurero, pero ya sin chip. María lo tomó como una amenaza frente a las denuncias que ha realizado. “No he sido solo yo. En el Distrito habrá por lo menos cien (denuncias)”, agrega.

De la prostitución, habla de que habría hasta una tarifa: dos dólares. María indicó el paquete que encontraron en el espacio donde se guardan las cosas de la banda de guerra. “Es droga, aquí la tengo como prueba de lo que pasa”, enfatizó.

Asimismo, relató que el control es casi nulo dentro de las aulas. "Nosotros pusimos una cuota para las cámaras de seguridad y ni siquiera valen". Hace unos meses los padres de familia firmaron, según María, una autorización para que la Policía ingrese a hacer controles en las aulas. Nunca sucedió.

EL DOLOR

Johana cursaba el segundo año de bachillerato, su sueño era ser militar, pero hace un año ya habría empezado el bullying de sus compañeros. “Ya le habían pegado, pero decidieron dejar las cosas así para que no llegara a mayores”, cuenta María.

Constantemente la víctima recibía palabras hirientes como “marimacha”, por el simple hecho de llevar el pelo corto.

En el ataque del 31 de marzo, Johanna habría recibido un mal golpe que la dejó sin movilidad de una de sus piernas. Algo que la habría motivado a quitarse la vida.

En el comunicado, la cartera de Estado dijo que se realiza una investigación exhaustiva para esclarecer el caso de Johana y las demás denuncias de las supuestas irregularidades dentro del plantel.