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Sal para la putrefacción
Germania Salazar, Guayaquil
Después de la catástrofe, la prioridad de los rescatistas es atender a los sobrevivientes atrapados. Sin embargo, también es importante que los muertos sean sepultados de manera correcta, ya que de lo contrario, según varios especialistas, pueden originarse enfermedades infecciosas y olores insoportables, como está sucediendo en algunos lugares arrasados.
“Cuando existe un gran número de cadáveres y no hay energía eléctrica para los frigoríficos, lo ideal es utilizar camiones o contenedores que tengan refrigeración”, explicó Juan Montenegro Clavijo, exdirector de Medicina Legal en la Policía Judicial del Guayas. “En el caso extremo de que no haya carros, se puede utilizar sal en grano para parar la putrefacción”, precisó.
Montenegro, que ha realizado cientos de autopsias, indicó que la descomposición es producida por bacterias que llegan al medio ambiente. Y algunas personas que tienen sus defensas bajas no pueden estar en un escenario de mortandad porque pueden sufrir cefaleas, vómitos o erupciones cutáneas.
Quienes manipulan cadáveres en estado de putrefacción, un proceso que comienza de tres a seis horas después de la muerte, deben contar con medidas de bioseguridad: usar guantes, mascarillas, gorras y ropa quirúrgica desechable: “De esta manera se protegen incluso de los olores muy desagradables que se impregnan en la ropa. Una tragedia de estas características no es una aventura, sino una situación por demás inesperada. Por eso, cualquier persona que no esté debidamente capacitada no puede estar en un lugar de desastre con víctimas, debido a que no van a tener el soporte psicológico ni físico para resistir lo que van a ver. Pueden ser asignados a otras tareas”, recomendó el galeno.
Aguas estancadas
Ernesto Carrasco, forense y presidente del Colegio de Médicos del Guayas, cree que ante una tragedia como esta no existen las suficientes facilidades para llevar a cabo el reconocimiento de las víctimas, ya sea por falta de documentos, familiares, medios o tiempo.
“Cuando hay una gran cantidad de personas fallecidas, hay que pensar en la fosa común”, analizó el experto.
Porque con la descomposición de los cuerpos orgánicos, las moscas proliferan y ponen larvas en los restos humanos, lo que puede originar enfermedades como el cólera, zika, paludismo, dengue o chikunguña, entre otras.
El especialista cree que lo más necesario es reestablecer los servicios de agua potable y servida o, en su defecto, llevar plantas de tratamiento. También recomendó a los voluntarios que no se queden en la zona de rescate: “Solo deben entrar y salir porque no hay recursos ni servicios básicos”.
más opiniones
Francisco Andino Rodríguez, epidemiólogo y exministro de Salud, sugirió que lo más importante es crear centros de acogida, colocar carpas grandes y sanitarios provisionales para que la gente pueda dormir y realizar sus necesidades biológicas.
Las carencias pueden desencadenar enfermedades diarreicas, respiratorias, infecciosas, virales y vectoriales, por lo que también es necesario contar con la participación de epidemiólogos, infectólogos y, de esta manera, realizar una extrema prevención o, si es necesario, establecer cercos epidemiológicos. “No es recomendable la visita de personas que no tengan labores específicas en la zona cero”, valoró.
Descomposición
Narcilo Villavicencio, médico y profesor de microbiología, indicó que una persona podría sobrevivir hasta cinco días debajo de los escombros y sin tomar agua, dependiendo de la edad y de las condiciones ambientales.
“Los rescatistas luchan contra el tiempo. Los médicos que están allí son expertos, saben lo que hacen”, declaró.
De modo que todos aquellos que aún están vivos, pero no pueden ser liberados de las ruinas, “en cuestión de horas, si no son rescatados a tiempo, inevitablemente dejarían de existir”, remató.