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¡Sube la temperatura en el taxi de José!

Ariana Almeida Martínez, Quito
Las historias picarescas ponen “a sudar frío” a José Durán, un taxista capitalino, que lleva en el oficio un poco más de ocho meses.
El conductor reveló a EXTRA que dos experiencias en su vehículo lo obligaron a dejar las jornadas nocturnas y “trabajar más tranquilo en las mañanas”.
Un día recogió a una carrera en La Mariscal, centro-norte de la urbe. Dos modelos colombianas solicitaron que las llevé a la República del Salvador (norte).
En el trayecto una conversación banal de maquillaje y ropa aburrió a José quien, de repente, empezó a sentir un bamboleo y regresó a ver. “Se estaban cambiando los calzones. Una me dijo que no mire. Le dije que lo hacía por seguridad. En eso la otra dijo: déjale no más, con que no toque”,  recordó ruborizado.
A José estas anécdotas lo ponen nervioso. Aquellas modelos querían dejarle un “recuerdito” en el asiento de atrás “iban botando una tanga. Soy receloso, no me gusta que se suban a mi taxi para hacer tonterías. Les pedí que se lleven su calzón”, indicó.

 

CHICAS COMPARTIDAS

José lleva casado 13 años y mantiene una buena relación con su esposa. Subrayó que la confianza entre ellos es primordial en su profesión, por lo que sería incapaz de ocultarle sus vivencias.
Otra noche, dos mujeres le pidieron una carrera al Beaterio (sur). En el camino, la temperatura empezó a subir. “De besos, empezaron a mandarse mano”, rememoró.
José pidió a las chicas que se bajaran. Ambas, molestas, le sugirieron que si estaba de acuerdo, él también podría participar del encuentro, pero se negó. “Cuando las dejé, se levantaron la blusa, me enseñaron los senos y me gritaron ‘ves de lo que te perdiste’”, concluyó.