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Subió el precio del verde y se 'jodió' el bolón en Guayaquil
El precio del plátano está por las nubes. La ‘pípol’ se queja de que los caseros dan apenas 3 por un dólar.
“¡Está carísimo!”, exclama doña Claudina Arévalo cada vez que entra a la tienda de su barrio en Mapasingue, al oeste de Guayaquil. El motivo de su queja es el precio del plátano verde, un alimento infaltable en muchas mesas ecuatorianas. “Están dando tres medianos o cuatro chiquitos por un dólar. Antes me daban cinco o hasta seis medianos”, recuerda con desazón.
En su casa viven tres hijos y un nieto, todos hombres. Para alimentarlos, dice, antes prefería preparar desayunos con verde: bollos, tortillas, tigrillo. “Con pan no me alcanzaba, necesitaba hasta quince unidades. El verde rendía más y era más barato”, cuenta. Pero desde finales de mayo, incluirlo en el menú diario se ha vuelto un lujo.
Aun así, el gusto no desaparece. “En Guayaquil nos encanta el verde. Igual se compra, pero con menos frecuencia”, comenta otra vecina que esperaba su turno en la tienda. Ella, madre de dos adolescentes, ya considera alternativas más económicas. “Mañana les haré tortillas de harina con queso. No es lo más saludable, pero al menos se van llenos al colegio”.
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El alza del precio del plátano se percibe también en puntos mayoristas, como en Mucho Lote 2, en el noreste de la ciudad. Allí, comerciantes descargan racimos desde camionetas para ofrecerlos directamente al consumidor. Luis Alberto Aray, uno de estos vendedores, asegura que el precio ha subido un 50% en los últimos cuatro meses. “Nosotros también lo compramos caro y apenas ganamos unos centavos”, explica.

“Mire este racimo -dice, señalando uno grande, con unos 20 ‘dedos’-. Nos costó $9, y con el flete sube a $9,50. Lo vendemos en $10, con suerte. Antes ese mismo racimo valía $6”, resalta.
Desde el campo, los productores confirman la escasez. Doña Hortensia Troya, agricultora de la provincia de Los Ríos, atribuye el incremento a la temporada invernal y las plagas que han afectado las plantaciones. “Hubo muchos aguaceros y vientos fuertes. Las matas se cayeron, y encima les cayó peste: sigatoka y moko”, detalla.

El panorama no es alentador. “Ahora solo cosechan quienes tienen grandes áreas sembradas. En las próximas semanas habrá menos oferta para el consumo interno”, advierte Troya.
A esto se suma el dilema del mercado: mientras el precio de referencia para la exportación bordea los $7,50 por caja, los mayoristas locales quieren pagar menos de $5, lo que no resulta atractivo para los productores. “Si el exportador paga más y compra en volumen, preferimos venderle a él”, justifica.
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Ya no resulta negocio
El golpe al bolsillo también afecta a pequeños emprendimientos como el de Cinthia Herrera, quien vende comida a domicilio los domingos. Su plato estrella: la cazuela. “El jueves 29 de mayo anuncié el menú y el sábado 31 ya tenía 40 pedidos. Pero cuando fui a comprar el verde, casi me desmayo”, cuenta.
El racimo que antes compraba por $15 o $18 ahora le costó $33, y eso tras regatear. “Así no resulta. La cazuela es trabajosa, y entre ingredientes y entregas, no creo haber ganado ni $20 en doce horas”, lamenta.
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