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¡Pescadores desaparecidos fueron hallados con vida!
Los cursos de supervivencia en el mar, que cada año realizan los pescadores, fue parte fundamental para lograr el milagro de ser localizados.

Los cursos de supervivencia en el mar, que cada año realizan los pescadores, fue parte fundamental para lograr el milagro de ser localizados.
Los pescadores de Santa Rosa, Oscar Javier González, Félix Tigrero y Wilmer Domínguez, desaparecidos en alta mar desde el pasado 1 de abril, fueron rescatados con vida a 105 millas de la Península al mediodía de este viernes 12 de abril. Ellos arribaron al puerto desde donde zarparon y sus familiares y amigos le brindaron un apoteósico recibimiento
“¡Milagro de mi diosito, aleluya, aleluya!”, gritaba emocionada Julia González al volver abrazar su hijo Félix, quien llorando se lanzó al encuentro de su progenitora. “Mamá nunca perdí la esperanza de que regresaría a casa”, decía el pescador entre sollozos.
Los pequeños sobrinos de Tigrero también querían abrazarlo y el artesano al verlos se lanzó a un rincón de la cocina de su humilde vivienda para arrullarlos. En ese momento el inmueble de los Tigrero González, ubicado en el barrio 1 de Enero, se copó de personas que derramaban lágrimas de felicidad junto al recién llegado.
A 50 metros de allí, en la casa de Oscar Javier González, las personas escuchaban atentos el relato del pescador sobre lo acontecido. “Los piratas nos asaltaron y se nos llevaron todo, la lancha quedó a la deriva y allí empezó nuestra lucha para salir vivos de este percance”, dijo.
Los cursos de supervivencia en el mar, que cada año realizan los pescadores, fue parte fundamental para lograr el milagro de ser localizados; una de las claves fue la disciplina en el racionamiento del agua y comida
“Nos pusimos de acuerdo para cada día tomarnos dos sorbos de agua, cuando la sed era insoportable discutíamos sobre eso, pero no declinamos de aquello”, expresó González. Similar medida se impuso en la comida en donde asaban pequeños pescados para evitar que se termine el alimento y el carbón.
Se daban ánimos
Cada vez que amanecía, los náufragos se daban ánimos entre sí. “Hoy si nos encuentran, hay que ponerle mucha fe”, eran las expresiones de Wilmer Domínguez, quien invitaba a sus compañeros a leer la Biblia, un pequeño libro que lo acompaña cada vez que sale navegar.
Cuando divisaban aviones se despojaban de sus prendas de vestir para enarbolarlas como banderas, pero lamentablemente no eran divisados. El pasado jueves 11 de abril se les terminó el agua y la comida y se aprestaban al calvario más difícil.
“Les hablé a los muchachos y les dije que desde ese momento estábamos en manos de Dios, que sí alguien sobrevivía que nos despedida de nuestros familiares, empezamos a orar y pedir perdón por nuestras culpas”, recordó González.
Ese día los artesanos se sentaron en la lancha rendidos y casi sin fuerza, cuando el sol estaba a punto de esconderse a lo lejos divisaron el paso de una embarcación; en ese instante sacaron el último residuo de gasolina de una pequeña caneca que cargaban. Lanzaron el combustible al agua y prendieron fuego, la llama fue vista por sus compañeros que acudieron a verlos.
“Fue algo que no puedo describir, eran los compañeros de Santa Rosa, la emoción era enorme y hasta nos pellizcamos para comprobar que no era un sueño. Después nos dieron comida y agua, de inmediato vía radio se dio aviso a la Marina que estábamos vivo”, expresó Domínguez.
El mar ya no lo quiere
Este es el cuarto naufragio que sufrió Oscar Javier González. Sus compañeros del puerto entre bromas le decían que “¡el mar ya no lo quiere!”. Es que de los tres anteriores sucesos, este ha sido el más duro para él. “La última vez que nos quedé al garete, sólo fueron cuatro días, esta vez han sido doce, coincido con mis amigos, creo que en el mar no moriré”, comentó.
Los allegados de Oscar Javier González, Félix Tigrero y Wilmer Domínguez, le imploraban que por favor ya no vuelvan a salir a pescar, pero estos le decían que es su única fuente de trabajo y una vez que pase el susto volverán a navegar.