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Sus amigos payasos la llevaron a su sepulcro
Joffre Lino, Anconcito (Santa Elena) Esta vez no hubo bromas. La tristeza de los cuatro payasos que cargaban el féretro con los restos de María Belén Rojas Solórzano, asesinada a puñaladas en su casa la madrugada del pasado sábado en Anconcito, contrastaba con sus coloridos rostros. Sus amigos saltimbanquis, con quienes trabajaba desde hace un mes en la animación de fiestas infantiles y otros eventos, llevaron su ataúd hasta el camposanto local, la mañana de ayer, en medio de flores, lágrimas y desgarradores pedidos de justicia de los moradores del barrio Ribera del Mar, donde ella vivía. Su féretro recorrió las calles del pueblo que la vio corretear cuando era una niña. El anhelo de María Belén, de 21 años, era retomar sus estudios secundarios que los abandonó por casarse joven. Pero también quería ser payasa. Quería aprender más sobre este alegre oficio. Quería dejar de disfrazarse de personajes infantiles y dar el gran salto como una graciosa payasita. “Ella estaba aprendiendo chistes y participaba con nosotros colocándose disfraces de los personajes de Walt Disney. Era una de las más entusiastas del grupo; es un dolor muy grande que sentimos los cómicos de esta parroquia”, dijo el payaso ‘Chiflito’. Coincidentemente, uno de los últimos eventos donde participó fue en el cierre del ciclo de preparatoria del centro infantil donde estudia su pequeña hija, pero días después 16 cuchillazos en su humanidad la alejaron para siempre de su familia. “Me pedía que le enseñara chistes; era muy divertida, yo le pintaba el rostro cuando tenía alguna presentación”, recuerda el comediante ‘Platanito’, uno de los más reconocidos en esta parroquia de la provincia de Santa Elena. Oficio le dio problemas Trinidad Solórzano, madre de María Belén, aseguró que en varias ocasiones su hija tuvo problemas por su afición teatral, con su esposo, principal sospechoso de su muerte. “A su marido no le gustaba que se vistiera de payaso, pero ella lo hacía por divertir a su pequeña niña y a sus compañeritos del jardín de infantes”, comentó la progenitora. Los restos de la joven se velaron en la casa de su mamá que resultó pequeña para albergar a tanta gente que acudió por última vez a ver su rostro. Luego, el cofre mortuorio fue trasladado hacia el cementerio. Durante su sepelio, deudos y amigos de la víctima llevaron carteles con frases como: “Justicia y que el culpable de este crimen pague por lo que hizo”. Trinidad Solórzano, entre gritos, solicitó que el Ministerio del Interior incluya en la lista de los más buscados al sospechoso de la muerte de su hija.
Joffre Lino, Anconcito (Santa Elena)
Esta vez no hubo bromas. La tristeza de los cuatro payasos que cargaban el féretro con los restos de María Belén Rojas Solórzano, asesinada a puñaladas en su casa la madrugada del pasado sábado en Anconcito, contrastaba con sus coloridos rostros.
Sus amigos saltimbanquis, con quienes trabajaba desde hace un mes en la animación de fiestas infantiles y otros eventos, llevaron su ataúd hasta el camposanto local, la mañana de ayer, en medio de flores, lágrimas y desgarradores pedidos de justicia de los moradores del barrio Ribera del Mar, donde ella vivía.
Su féretro recorrió las calles del pueblo que la vio corretear cuando era una niña.