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'Vacunados' exponen cómo operan extorsionadores en la Bahía de Guayaquil
Comerciantes revelan que ‘chulqueros’ filtran datos de los negocios. Excomandante atribuye a jueces corruptos la desconfianza al denunciar
Tras los recientes atentados en la Bahía de Guayaquil, el panorama en esta zona comercial empieza lentamente a recuperar su ‘color’. Este viernes, las calles lucieron más transitadas que en los días anteriores, cuando el temor se apoderó de comerciantes y compradores luego del terrible bombazo.
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La mayoría de locales reabrieron, pues la necesidad pesa más. El despliegue policial ha influido, pues el cambio en la zona (por ahora) es notorio. EXTRA captó el momento en que agentes detuvieron a dos hombres frente a los negociantes, sorprendidos porque no ocurrió el alboroto habitual que suele acompañar la captura de ‘pillos’.
Sin embargo, esta aparente normalidad no borra el trasfondo de desconfianza e inseguridad que se ha instalado en el sector. “Aquí uno ya ni sabe de quién cuidarse. Hasta de los que deberían protegernos hay que dudar”, expresa un comerciante que prefiere mantener el anonimato.
La desconfianza hacia las autoridades no es ‘de a gratis’. Uno de los testimonios más crudos es el de un comerciante que, a finales del año pasado, encontró un panfleto extorsivo pegado en la puerta enrollable de su quiosco. Asustado, acudió a la Unidad Nacional Antisecuestros y Extorsión (Unase). Le pidieron que colaborara como señuelo para atrapar a los delincuentes.
Aceptó el riesgo, llamó al número desde el cual lo amenazaban y le dijeron que lo hacían desde la cárcel. Pagó una ‘vacuna’ de 5.000 dólares, pero no hubo resultados. “No pasó nada. Ahí entendí que no podía confiar ni en ellos”, contó a este Diario.

Desesperado, hizo contacto con personas dentro de la Penitenciaría del Litoral y consiguió, mediante un conocido, que lo ‘liberaran’ de las amenazas. “No me quedó de otra, pero al menos no me molestaron más”.
Sospechas de extorsiones en cada esquina
Los comerciantes que no han sido extorsionados viven igualmente con el temor latente. Uno de ellos asegura que ha notado personas que caminan por la Bahía fingiendo ser compradores, pero que solo toman fotos y observan con detenimiento los negocios.
“Son gente rara. No compran, no venden, solo vienen a tantear. Aquí hace falta policías vestidos de civil, porque los que vienen a tomar fotos no son turistas. A la larga, todos estamos expuestos”, lamenta.
También denuncia la presencia de ‘chulqueros’ que, según él, están entre los más golpeados por la violencia. “Dicen que pagan ‘vacunas’ también. Algunos han venido con moretones. Y ellos mismos, por salvarse, son los que sueltan información a los delincuentes. Es una cadena”, revela el hombre.
Excomandante analiza la inseguridad en la Bahía
Abraham Correa, excomandante de la Policía Nacional, considera que parte del problema radica en la falta de coordinación entre el Municipio de Guayaquil y el Gobierno central. Asegura que el conflicto institucional ha dejado a la ciudadanía indefensa, y a la delincuencia con vía libre.

“La Policía ya no interviene como antes porque no hay coordinación con la seguridad municipal. Mientras tanto, los delincuentes se aprovechan de esa brecha para ganar territorio”, señala Correa.
Para él, “este divorcio” entre instituciones ha permitido que zonas de alta actividad comercial, como la Bahía, se conviertan en blanco fácil de extorsiones, sicariatos y secuestros exprés.
Correa también destaca la desconfianza de los comerciantes hacia las autoridades, alimentada por la filtración de información en los procesos judiciales. “Los fiscales y jueces no guardan la reserva de los casos, y los nombres de los denunciantes terminan expuestos. Esto hace que la gente tema denunciar”.
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