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Vacunas agotadas y mascarillas caras: el drama que se vive en Quito por la tosferina
Hay escasez de vacunas contra la tosferina. Padres temen que sus ‘pelados’ vayan a clases sin estar inmunizados. Ya van 11 muertos por esta enfermedad
Mientras los estudiantes de la Costa y Galápagos inician un nuevo año lectivo con la preocupación por enfermedades como la fiebre amarilla y la tos ferina, en la Sierra los alumnos vivirán una nueva normalidad: usar mascarilla obligatoriamente para evitar la propagación.
Miriam Caiza retiró a su hijo de la escuela para llevarlo a un centro de salud y colocarle la vacuna de la tos ferina. Fue a uno del Centro Histórico de Quito, pero el guardia de seguridad le indicó que allí no tenían dosis porque se habían agotado.
La señora, preocupada, buscó otros establecimientos para inmunizar a su hijo. Dijo que no dejará que el pequeño vuelva a clases sin la vacuna.
En otros planteles de la capital, como la Unidad Educativa 24 de Mayo, varios alumnos hacían fila para colocarse una dosis. Los profesores y funcionarios del Ministerio de Salud Pública (MSP) sacaron a los pequeños y los llevaron a un curso donde eran inmunizados.

Les preguntaban el apellido y la edad. Los que tenían menos de seis años eran prioridad para las brigadas médicas, que recorrerán los planteles educativos según un cronograma que no ha sido difundido por el MSP.
El doctor Carlos Padilla, experto en medicina familiar, señaló que para acceder a su respectiva inmunización, los padres de familia deben llevar el carné de vacunación de sus pequeños, en el que conste la información de las dosis que tienen puestas y las que faltan.
El galeno añadió que deben acercarse al centro de salud más cercano del lugar donde viven, para evitar confusiones.
Las mascarillas están caras
Pichincha, Manabí, Santo Domingo de los Tsáchilas y Guayas son las provincias en las que rige la medida del uso obligatorio de mascarilla en entidades educativas. Sin embargo, esta se cumple parcialmente.

Jenny Alvarado comentó que en la escuela de su hija, en Solanda, sur de Quito, muchos estudiantes iban sin mascarilla y tenían que comprar una afuera del plantel. Al agotarse este insumo, no les permitieron ingresar y regresaban a sus domicilios.
Ella comentó que es difícil que esta medida se cumpla en los niños, porque son muy inquietos o tienen actividades didácticas en las que les perjudicaría usar este implemento de protección. Afuera de los colegios y de las casas de salud, la gente se amontonaba para comprar mascarillas.
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Arturo Toaquiza es un comerciante que se ubica afuera del Hospital Carlos Andrade Marín, en el centro-norte de la ciudad. Él asegura que el 4 de abril invirtió 1.000 dólares en mascarillas para abastecer a sus clientes.
Él no adquiere el insumo en un solo sitio y comentó que en algunos negocios le cobraron más caro. El viernes compró a 1,50 dólares una caja y dos días después el precio subió a 2,95 dólares.
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