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Diario Extra Ecuador

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¡Velaron su ropita sobre una mesa!

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Miguel Ángel González, Napo
Carlos Daniel Chasipanta, de 5 años, sonreía. Permanecía en cuclillas y, detrás de él, se divisaba una mochila. Esa foto la tomó su tía, cuando el niño se fue de paseo a un sector conocido como la Cueva de los Tayos, ubicado en El Chaco, provincia de Napo.
Sus familiares colocaron la imagen en una mesa de la casa donde vivía Carlitos, como todos lo llamaban. Debajo dejaron cuidadosamente una camiseta verde, una pantaloneta jean y unos zapatos azules.
El conjunto simulaba la forma del cuerpito de Chasipanta, que todavía no ha sido localizado luego del incidente vial en el que desapareció el pasado 15 de junio. Aquel día, nueve niños y un adulto se esfumaron después de que la camioneta en la que viajaban cayera de un puente sobre el río Oyacachi, en la vía hacia Lago Agrio (Sucumbíos).
Todas las mañanas, el chiquillo se levantaba antes de las siete. Siempre era el primero en ser recogido por el conductor del auto escolar.
“Mijito dormía bañadito. En las noches, lo aseábamos para que fuera a la escuela al siguiente día”, comentó Federico Chasipanta, abuelo del pequeño.
El hombre se paró junto a la cama de su nieto. El colchón estaba cubierto con cobijas bien tendidas. Al lado, su armario se llenaba de color con las imágenes de caricaturas que Carlitos siempre veía. Era un fan de Rayo McQueen, el carro rojo protagonista de la película ‘Cars’. Cuando tenía la oportunidad, la veía en la televisión.
A pesar de su corta edad, a menudo ‘alimentaba’ la mente con documentales sobre historia. Eso le permitió ser un excelente alumno de la escuela del Milenio, a la que asistía. “Contaba muy bien desde el 1 hasta el 30”, rememoró don Federico, quien contenía sus lágrimas durante la conversación.

QUERÍA SER MILITAR
El niño se sabía de memoria la canción de los comandos del Ejército ecuatoriano. “Saliendo de su base, los comandos ya se van. Dejando atrás mujer, hijos y hogar, se van…”, cantaba el estudiante.
Delante de sus abuelos, con quienes vivió un buen tiempo, se erguía, llevaba la mano derecha a su frente y los saludaba como un militar. “De grande quiero ser un soldado”, decía sonriente.
A Dolores Vega se le rompía el alma cuando evocaba esa imagen. A pesar del dolor, la esposa de Federico se mantenía firme: “Queremos que los encuentren”.
Vega apuntó que habían cambiado de escuela al niño por orden del distrito educativo. Y hace más de un mes, Carlos Daniel se marchó a vivir con su madre.

LOS CHUPETES
Johanna Chasipanta consentía a su sobrino con dulces. Cuando podía, la joven le compraba chupetes si se portaba bien. “Las veces que se comportaba mal, yo lo reprendía”, contó la chica bañada en sollozos y lamentos.
En muchas ocasiones, la criatura no comía las verduras que le ponían en el plato. Pero cuando le compensaban con alguna golosina, entonces sí se alimentaba como lo ordenaban sus abuelos o su madre.
Al rememorar aquellas escenas, Chasipanta se posó cerca del altar donde recuerdan a Carlos. Dos cirios alumbraban ese pequeño santuario, como si fuera el velatorio de un cadáver.
Allí se veían los juguetes de Rayo McQueen, con los que Carlitos se divertía después de hacer sus tareas. “Solamente nos faltan los cuadernitos, que se perdieron en el accidente”, subrayaron los familiares, quienes anhelan conocer su paradero.

No hay resultados por el momento
Los Chasipanta han estado pendientes de los operativos de localización a lo largo del río Oyacachi, que desemboca en El Salado. “Todavía no hemos tenido resultados positivos”, recalcó su abuela Dolores.
Ayer se completó el cuarto día de búsqueda de los ocho niños que aún están desaparecidos (solo se han encontrado los cadáveres del conductor y una niña). El vicealcalde del Chaco, Arsenio Díaz, indicó que la lluvia es un factor que ha dificultado los desplazamientos y está provocando que el caudal siga creciendo conforme caen más aguaceros.
“El agua llega desde la Sierra y acá estamos en una temporada invernal”, señaló Díaz.
Desde ayer, los socorristas extendieron una red de más de 100 metros. La iniciativa se ejecutó para intentar retener posibles cuerpos o restos, en caso de que aparezcan junto al embalse.
A esa represa llegan los ríos Oyacachi y Salado, por lo que las tareas se concentraron en el sitio.
Ahora, la esperanza de los parientes pasa porque los accidentados empiecen a flotar. Según el segundo a cargo de la Alcaldía, eso podría ocurrir cuando transcurran más de cinco días.

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