José tiene 54 años y más de cuatro décadas dedicadas al trabajo. Desde los 12 aprendió a ganarse la vida con sus manos. Sabe de albañilería, electricidad, gasfitería, pintura y mecánica. Es lo que muchos llaman un “todólogo”, un maestro de confianza. Ha trabajado en los rincones más apartados de Guayaquil y siempre se traslada en bus para cumplir con sus compromisos, sin importar la hora o la distancia.

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Durante su trayectoria ha enfrentado todo tipo de desafíos: jornadas extenuantes, condiciones precarias, inseguridad y pobreza. Pero nada lo preparó para lo que vivió hace seis meses, cuando una conocida de su niñez, una enfermera, lo contactó para un “cachuelo” en su casa de Socio Vivienda 2. Le pidió que reparara una parte del techo dañado.

“Lo pensé dos veces en ir”, admite José. “Ya me habían hablado de Socio Vivienda, pero no creí que la realidad fuera tan brutal. Ella me dijo: ‘Vamos, que a mí me conocen. Entras y sales conmigo, no te va a pasar nada’. Y la verdad, todos necesitamos trabajar y comer… así que acepté”.

Cuando llegó al sector, la escena era mucho más cruda de lo que imaginaba. “La gente te observa como si evaluara si eres del barrio o no. Si ven una cara nueva, te preguntan directamente qué haces ahí. Lo más fuerte fue ver a niños armados. Ahí sí sentí miedo de verdad”, recuerda con voz firme.

¿Cuántos asesinatos han ocurrido en Nueva Prosperina en 2025?

“Vi a un niño de no más de 12 años caminando por la calle con lo que parecía un fusil. Intimidaba a las personas. A su lado iba otro menor, también armado. Tenía un revólver metido en la pretina del pantalón. Me sentí completamente expuesto. Al día siguiente, decidí no volver”.

Socio Vivienda pertenece al distrito Nueva Prosperina, una de las zonas con mayor índice de violencia del país. Solo en lo que va del 2025, allí se han registrado 388 muertes violentas. Según cifras oficiales, es el distrito más letal de Ecuador.

En sus calles ocurrió la mayor masacre en un espacio público registrada en el país: el 6 de marzo, 22 personas fueron asesinadas a tiros por presuntos miembros de grupos criminales. La mayoría de víctimas estaba reunida en una vivienda cuando hombres armados irrumpieron y abrieron fuego.

“Hablar de Nueva Prosperina es cosa seria”, reflexiona José. “Allá no se entra vivo… y menos se sale. Las paredes parecen tener ojos, uno siente que lo están vigilando todo el tiempo”.

Desde entonces, José ha sido más cuidadoso al aceptar trabajos. Prioriza la seguridad, incluso si eso significa ganar menos dinero. Lo que vivió en Socio Vivienda 2 lo marcó. Fue un encuentro directo con una realidad que muchos prefieren ignorar: zonas dominadas por el crimen, donde la ley no llega y los niños, en vez de llevar cuadernos, cargan armas.

A este sector de Guayaquil casi no ingresan vehículos que transportan víveres e insumos de primera necesidad. Los dueños de tiendas y pequeños comercios suelen contratar intermediarios del mismo barrio o, en su defecto, salen ellos mismos a retirar los productos en zonas más seguras, con la esperanza de no ser sorprendidos por la delincuencia en el camino.

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