La madre de Victoria Martens planificó su pesadilla. Su mamá, con quien vivía, quien preparaba sus alimentos y la llevaba la escuela, fue la protagonista. Michelle Martens, de 35 años, ideó durante un mes la tortura y muerte de su hija de 10 años.

La familia Martens vive en Albuquerque, Nuevo México (sur de Estados Unidos). El padre desapareció hace unos años y la madre trabajaba en una tienda. Victoria y su hermano mayor iban a la escuela Petroglyph. Cuando nada parecía fuera de lo normal, Michelle contactaba por Internet a un hombre dispuesto a violar a la niña y lo encontró.

Fabián Gonzales, de 31 años, llegó a la vida de los Martens gracias a la red. Apareció en uno de esos portales que combinan citas entre adultos. Así se convirtió en la pareja de Michelle, quien lo convenció de atacar sexualmente a la pequeña que iba al cuarto grado de escuela. La historia la reconstruye el periódico de Albuquerque.

El pasado 24 de agosto Gonzales y su prima Jessica Kelley inyectaron metanfetaminas en el cuerpo de Victoria para calmarla. Abusaron de ella con su madre como testigo. La razón: ella disfrutaba de verlo, según apuntan las declaraciones que recoge el expediente judicial.

Luego de perpetrar la violación, el hombre asfixió a la criatura, mientras Kelley la acuchillaba. La Policía de Albuquerque se encontró con una escena en donde el piso de una habitación estaba manchado de sangre, restos humanos en la tina de un baño y otros pedazos en una canasta de ropa.

“Este homicidio es el más horroroso que he visto en mi carrera”, dijo Gorden Eden Jr., jefe de policía de Albuquerque. Por su parte, Rachell Miera, amiga de la familia Martens, consideró que las “drogas pueden hacer que las personas hagan cosas realmente malas”, pues Michelle iba mucho a la iglesia, se comportaba como una buena señora y estaba muy vinculada a Dios.