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El ritual de la noche anterior
En cualquier momento pueden golpear la puerta. Sus cuerpos encuentran refugio en un abrazo y un apasionado beso.
Las luces de colores golpean en sus rostros. El retumbar de la música los envuelve, más que en un baile, en un constante roce y contoneo de sus zonas pélvicas. Muchos otros, en el mismo ritual, están alrededor de Luis y Ana.
Un sorbo de cerveza tras otro. Ella prefiere el vodka, seguido de un embriagante beso. Uno, dos, tres minutos. Sus labios se despegan para inhalar una bocanada de aire y continuar con el erótico baile. Ana, sin decir una palabra, detiene sus sensuales movimientos. Toma de la mano a Luis y lo lleva al baño de damas. “Espera”, le grita al oído, no sin antes acariciar su mano antes de entrar al baño. Él, tambaleante, arrima su cuerpo contra la pared. Una tras otra entra y sale del baño, menos Ana. Luis, intrigado, encuentra la oportunidad para entrar sin que nadie lo vea. Busca en cada uno de los cubículos. Abre el último y la ve. “Esperaste mucho”, dice Ana con una voz más delicada, mientras acaricia su pecho.
Luis corre a colocar el seguro de la puerta antes de que entre alguien. Al regresar, ella estaba desnuda. Él quedó hipnotizado. Solo reacciona a la frase: “sácate todo”. No hay mucho tiempo. En cualquier momento pueden golpear la puerta. Sus cuerpos encuentran refugio en un abrazo y un apasionado beso. Ana respira muy agitadamente y no deja de mover su cintura al ritmo de la música. Luis también. Ya es involuntario. Ella tararea la canción, solo la interrumpen sus propios gemidos. Él sigue. Ni los arañazos en su espalda cada minuto lo detienen.
El primer golpe. Ninguno lo escucha. Ana mira al techo. Sus ojos están blancos. Parece que va a desmayarse. El segundo golpe. Luis lo escucha, pero lo ignora. Sigue aguantando los rasguños en su cuerpo. El tercer golpe fue tan fuerte que pararon en seco. Al cuarto, están vestidos.
Salieron. Una larga fila aguarda. Miradas acusadoras siguen sus pasos hasta llegar de nuevo a la pista. Buscan un espacio entre la multitud. Suena la canción ‘Work’ de Rihanna. Luis coloca sus manos en la cabeza de ella y retoma en sensual movimiento de pelvis.
Pasan las horas. El cielo pinta un azul oscuro y el aire es un ligero golpe frío en el rostro. Luis y Ana, luego de un abrazo y un beso de despedida, se dan la espalda.
La noche siguiente. En el mismo lugar. Luis llega pasada la medianoche. Ingresa. Siente el golpe de la música en los oídos. Da un rápido vistazo. Ya vio a la siguiente. Da unos cuantos pasos y en cuestión de minutos ya están en la pista. Repite el ritual de la noche anterior. Las vuelven a pegan en su rostro. En uno de esos destellos de luminosidad la ve a ella... a Ana. Bailando con otro frente a él. Solo le guiño el ojo. Ella hizo lo mismo.