La práctica del upskirting no es reciente, aunque el término —que viene del inglés ‘up’ (arriba) y ‘skirt’ (falda)— lo es y se podría traducir como ‘faldas arriba’ o ‘levantando faldas’.

En el pasado, también se registraron actos de ese tipo. A falta de tecnología, hubo quienes optaron por colocar un pedazo de espejo en la punta de sus zapatos para invadir la intimidad de mujeres y niñas.

Hoy los trozos de espejo fueron desplazados por las cámaras, ya sean portátiles o las integradas al teléfono celular. El calzado aún acompaña esta forma de acoso sexual; y con ese método, hay quienes continúan sacando fotos por debajo de la falda de una mujer desprevenida.

Una situación similar fue la que ocurrió en el Hyde Park de Londres, cuando de Gina Martin intentaba disfrutar de un festival de música al que asistió con su hermana mayor. Mientras ambas se encontraban en el concierto, dos hombres se acercaron a ellas y les ofrecieron papas fritas. Gina aceptó y en ese momento la actitud de los individuos cambió por completo.

“De un momento a otro (uno de ellos) comenzó a frotar su cuerpo contra el mío y allí fue donde, creo yo, ocurrió todo”, declaró Martin a la BBC. Fue en ese instante en que, sin su consentimiento, uno de los hombres fotografió su entrepierna.

Cuando notó lo ocurrido, la mujer corrió hacia uno de los hombres para quitarle el teléfono. Lo logró y echó a correr en busca de ayuda, mientras el sujeto iba furioso tras ella. Martin finalmente hizo la denuncia a los agentes de Policía que llegaron al sitio.

Sin embargo, su caso no prosperó debido a que en la foto no se muestra nada “gráfico”, según indicó uno de los uniformados luego de revisar la imagen.

Y es que la normativa inglesa no castiga el voyerismo (buscar placer sexual en la observación de otras personas en situaciones eróticas). “Las leyes del voyerismo solo protegen a la víctima si está en un lugar privado como un probador. Yo estaba en un festival, un espacio público”, señaló al medio londinense.

Martin está decida de hacer del upskirting un delito. Por este motivo, inició una campaña junto Care-2 —sitio online que es apoyado por activistas de varias causas— para que su caso fuera reabierto y hasta ahora lleva 62.289 firmas recolectadas.

“Esto sucede regularmente a tantas mujeres y al ejercer presión sobre la policía para perseguir también estamos con el objetivo de dar a conocer a nivel nacional que se trata de un crimen”. Ahora son muchos quienes apoyan la penalización del acto en ese país. Las rúbricas lo confirman.