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Buena Vida

Angelí, una belleza urbana
Angelí Mejías es una desplazada venezolana que vendía jugos de naranja embotellados en una de las tantas esquinas de Urdesa.
Angelí Mejías es una desplazada venezolana que vendía jugos de naranja embotellados en una de las tantas esquinas de Urdesa, que antes vivía en Caracas, luego en el suburbio de Guayaquil y ahora en Mapasingue. Que pensó que todo era mentira cuando las hermanas y propietarias Michelle y Lily Gallardo, de la marca nacional Ropa Gallardo, parquearon su auto en Víctor Emilio Estrada y Guayacanes y le dijeron que era linda, que tenían una tienda de ropa y que estaban interesadas en verla posar para una de sus producciones.
¿Será real? Bueno, existen modelos a las que les pasó esto... probablemente sea mentira”, pensó Angelí antes de revisar la cuenta de la tienda en Instagram y ver sus casi 300 mil seguidores. Así consiguió su primer trabajo como modelo -y no el único-, sin buscarlo y con los hombros chamuscados que es una condición común de los vendedores ambulantes.
Está aquí desde hace nueve meses progresando porque en su tierra ya no hay como hacerlo: han ganado los mezquinos. “No hay una vida normal, todos los días son caóticos y sientes que no ayudas, por más que tengas dos trabajos, no aportas al hogar”, narra Angelí, en presente, porque su familia aún lo vive.
Luego de su primera producción vinieron algunos trabajos como promotora de bebidas energizantes, un desfile para una tienda de disfraces local y un comercial televisivo, su primer ‘pez gordo’ en el mundo del modelaje, experiencia que intentó realizar en su país, pero no pudo “porque allá todos están enfocados en producir misses” y ella quería ser modelo.
En la grabación del comercial para la televisión conoció a Heydi Veintimilla, una modelo que lleva consigo dos esmeraldas como ojos y que recuerda como Angelí se acercó el día de grabación para conversar quién sabe sobre qué y que recuerda, aún más, cómo terminaron autofotografiándose juntas luego de recomendarle castings, fotógrafos a contactar, cualquier cosa que la hiciera despegar. “Las modelos cuando necesitan dinero optan por ser promotoras, que es lo que ella hacía, pero le vi potencial para más, su talento era para editoriales, no debía confundirse” confiesa Heydi.
El sol logra colarse por las ramas de los árboles y cae directo sobre los hombros de Angelí, que ya no se ven chamuscados. Es el mediodía y se acomoda en el columpio del parque de Urdesa para hablar sobre la producción de moda más grande que ha pisado hasta ahora, y cuando dice “hasta ahora” levanta el dedo, como si advirtiera que va por más.
La producción era para la marca de ropa De Prati y “es ahí cuando ves tu sueño de adolescente realizarse. Cuando te maquillan y peinan a la vez, te preguntas en qué momento llegaste a este punto”, cuenta Angelí. “Mi meta ahora es internacionalizarme, probarme en Europa, pensar en grande”, agrega después mientras acepta que allá las prefieren muy delgadas y ella tiene curvas, curvas como Tyra Banks, su espíritu animal confeso.
Luego cuenta cómo llegó hasta Ecuador, con 130 dólares para el pasaje de bus, empujando a su hermana a decidirse a probar suerte fuera de casa, negando tener hambre por falta de dinero en una parada del bus para comer y recibiendo la invitación de una colombiana que viajaba junto a ellas para cenar. Al final sonríe y los pómulos le saltan y ahí entiendes que su suerte no ha sido un regalo, sino una recompensa.
Sobre ella
Tiene 22 años. En Venezuela trabajaba y estudiaba desde los 17 años como asistente administrativa. Es egresada de Técnica Superior en Turismo, aunque nunca ejerció su profesión en su país.
El día uno
“Mi primer día fue agridulce porque cuando llegas no sabes qué esperar, qué harás, en qué trabajarás. El primer día nos perdimos y al siguiente ya había conseguido un trabajo de mesera en un bar restaurante en La Aurora que nos quedaba a dos horas de donde vivíamos con mi hermana, el suburbio”.
El modelaje y su opinión
Aquí hay buenos diseñadores, modelos y fotógrafos y todos reconocen el trabajo de cada persona. Todos tienen su reconocimiento. Además, hay rostros aquí en Ecuador que merecen estar trabajando con gente de afuera, tener un reconocimiento más grande, como Paula Romero y Heydi Veintimilla.