El aroma a mortiño, piña y babaco invadía el ambiente. Los comerciantes y estudiantes de cocina, con cucharones de madera y ollas humeantes, ofrecían a los visitantes una bebida que va más allá del sabor: representa memoria, unión y gratitud.

En el Mercado Central se entregaron más de 2.000 vasos de colada morada como parte de la ruta que cada año despide octubre y da la bienvenida a noviembre, mes de los Finados y de la Independencia de Ambato. En cada vaso se compartía una historia, un recuerdo, un gesto de cariño.

Afuera de los mercados en el centro de la ciudad, mientras los degustadores hacían fila, la sonrisa de Narcisa Jácome destacaba entre los policías comunitarios. Ella es voluntaria desde hace varios años y, junto con los uniformados, prepara la colada para recorrer en patrulleros los alrededores de los mercados y repartirla con afecto.

“Es tradicional compartir en familia. Aunque en Ambato se puede tomar colada morada todo el año, estos días se vuelve especial porque se regala sin esperar nada a cambio, como un gesto de unidad”, comenta Narcisa.

La Policía Comunitaria entregó cerca de mil vasos el 31 de octubre, elaborados con frutas donadas por productores locales. “Cada año se suman más manos solidarias. Es nuestra forma de acercarnos a la comunidad”, cuentan los organizadores.

La gran colada morada de Shuyurco

La celebración continúa. Este domingo 2 de noviembre, en la feria de Shuyurco, se realizará la mega colada morada, donde se repartirán más de 30 mil vasos a los asistentes.

El chef Luis Ushiña, quien lideró la entrega en el Mercado Central, donde estudiantes de la escuela de cocina Francés colaboraron,  explica que esta bebida ancestral simboliza unión y esperanza. “La colada morada no solo se toma, se comparte. Une a amigos, familias y hasta desconocidos”, dice.

En barrios tradicionales como Atocha, las familias mantienen viva la costumbre durante todo el año venden la bebida, aquí existe la ruta de la colada morada y empanadas de viento. Pero en estas fechas, cada sorbo sabe a memoria, y cada taza compartida es una ofrenda de amor y hermandad, porque hasta se la puede degustar como le gusta al pueblo...¡Gratis!

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