Exclusivo
Buena Vida

El ambiente en la ´Zona Rosa´ se prende con salsa y rock
Las calles Rocafuerte y Panamá, desde Luis Urdaneta hasta Juan Montalvo, concentran a la mayor parte de centros de diversión.
Son las 11 de la noche del último sábado de agosto del 2016 y tanto en las calles Rocafuerte como Panamá, el ir y venir de personas que buscan un sitio en donde purgar su monotonía, no cesa. La oferta es variada y los locales de esparcimiento en la conocida ´Zona Rosa´ de Guayaquil, ofrecen todo lo que cualquier farrero o trasnochador busca. Desde Luis Urdaneta hasta la calle Juan Montalvo, grupos de indecisos debaten hacia donde caminar o en donde ingresar.
Ya adentro, el volumen estridente de la música se mezcla con risas y gritos. El que llega a uno de estos locales sabe que solo puede hacer 3 cosas: ver, bailar o beber. Aquí nadie viene a conversar porque simplemente, no se puede.
A ritmo de charango y quena, una banda de roqueros daba un concierto acústico en una improvisada peña del lado de la calle Malecón. Ahí los asistentes, todos, ataviados de negro y cadenas, disfrutaban de la música que de su peculio, presentaba esa noche el grupo quiteño Aztra.
El show musical que ese fin de semana organizaba el colectivo cultural ´El Faro´, era la antítesis de cualquiera que a la misma hora se realizara en algún otro punto de la ciudad, porque sin duda, esa mezcla de rock y folclor andino hacía emerger en los asistentes, aquella herencia ancestral, perdida en alguna parte del subconsciente.
El sector agrupa a 30 locales nocturnos, de los 180 que funcionaban allá en el inicio del presente milenio, cuando se establecía la `Zona Rosa´ en esta parte de la ciudad. Dicho espacio fue creado mediante ordenanza municipal expedida en octubre de 2001. El ritmo nocturno -aparentemente- es similar en todos los negocios de diversión de la zona.
A una cuadra de ahí, el ambiente semi oscuro y cuasi lúgubre del primer sitio, contrastaba con los exteriores iluminados de un par de discotecas, que a ritmo de salsa invitaban a los clientes a ´rumbear´. Dentro, las luces de colores, el humo artificial y la oscuridad cómplice de algunos rincones, tenían a todos casi hipnotizados al ritmo de una canción del inmortal Joe Arroyo.
En una de las mesas, cinco amigas miraban los toros desde lejos mientras brindaban con cerveza a la salud de esas breves horas de libertad, lejos de las obligaciones diarias.
Todas asentían en recalcar que no tenían pareja (ninguna de ellas). Sus temporales acompañantes -que según decían no pasaban de ser ´amigos´-, estaban por ahí, en algún lugar de la pista, bailando, aunque no con ellas.
Alejada varias cuadras de ahí, María José Salinas, propietaria de uno de los centros de diversión nocturnos más emblemáticos de la zona, entra y sale de su local mientras Julio Parrales y su banda, cantan un tema del extinto grupo español Hombres G.
Ella asegura que en tantos años como parte de la vida nocturna de Guayaquil, ha visto un poco de todo. Al decir esto último, esboza una sonrisa y recuerda que hace catorce años, cuando Ecuador jugaba su último partido en el mundial de Korea-Japón 2002 frente a Croacia, el gol de Edison Méndez causó tal euforia, que una mujer de cincuenta años de edad, emocionada por la anotación, se quitó la blusa y acto seguido, se despojó también del brasier; todo con tal de celebrar la victoria.
Madelein Vera -quien atiende en la entrada de una de las varias `disco` del sector-, asegura que “el negocio ha bajado bastante (...) ya tiene algunas semanas así. Antes este sector era repleto de gente”, aseguró.
Eran casi las 02:00 y todos los locales ya debían empezar a cerrar sus puertas. La Policía Nacional había corchado el paso desde Luis Urdaneta y era solo cuestión de minutos para que quienes llegaron para ahogar sus penas y borrar sus recuerdos con música o licor, regresaran a su realidad.
Distintas exigencias reglamentarias del Cabildo, desembocaron en que un considerable número de propietarios prefirieran cerrar sus negocios al no estar en capacidad de cumplir con los requerimientos municipales.
En cuanto a la ausencia de clientes, particularmente, escándalos como el de `La Barbie del sur`, ocurrido en junio del 2015, han influido para que parte de los usuarios migre a otras zonas de la urbe porteña.