Buena Vida
¡Emigró para ser actor porno!
Aunque por ahora trabaja como editor de sonido en un canal uruguayo para adultos, ‘Serioshka’, un quiteño de 27 años, ya está más cerca de cumplir su sueño.

Serguei Caraguay viajó a Uruguay para cumplir su anhelo: ser actor porno.
Sus ojos de niño se quedaron fijos ante la imagen de varios hombres que penetraban simultáneamente a una mujer. Serguei Caraguay tenía cuatro años cuando vio pornografía por primera vez.
“¿Por qué orinan a la chica?”, preguntó a su tía, que observaba la escena en compañía de su novio. La impresión de acercarse a lo prohibido lo marcaría para siempre. De hecho, la idea de ser uno de aquellos tipos se convirtió en una especie de fijación para él.
Durante su adolescencia, a los 15 años, este quiteño empezó a esbozar el que sería su sueño: trabajar como actor porno. Lo reafirmó al activar su vida sexual, a los 21. Entonces descubrió su pasión por el sexo, porque las personas disfruten mirándolo.
Y constató que su cuerpo es capaz de estar sexualmente ‘vivo’, activo, permanentemente. Además, que le pagaran por hacerlo le resultaba aún más divertido...
Así inició su camino hacia la industria de la pornografía, esa que mueve miles de millones de dólares -unos 14.000 al año en Estados Unidos y cerca de 100.000 en todo el mundo, según varios estudios extraoficiales-.
El primer paso fue desarrollar su cuerpo, su herramienta de trabajo. Mientras lo hacía, compartía su objetivo con todos sus conocidos. Incluso las mujeres que se enredaban en sus sábanas lo apoyaban.
A Serguei, de 27 años, le resulta excitante derribar tabúes y disfrutar plenamente de su sexualidad. Parte de su proceso de preparación fue el baile erótico. Consultaba ejercicios en Internet, tutoriales en YouTube...
Hasta entrenaba en la terraza de su casa, en Quito, para contar con las vecinas y los vecinos como ‘voyeuristas’. Los ‘fisgones’ le veían explorar con su cuerpo como la música se lo “pedía”. “Eso quería, ver qué podría provocar en el otro. Siempre jugué a eso”.
Un viaje lo motivó para concretar sus metas. Hace seis años se fue a Máncora, Perú. En la playa conoció a un grupo de uruguayos. Las chicas no tenían tapujos sexuales, se sentían libres...
‘Serioshka’ -como le llaman- quedó encantado con tanta naturalidad. Entonces, en febrero de 2017, armó las maletas con destino al sur y empezó su travesía. Atravesó Perú, Bolivia y Argentina. Sus parientes no tenían ni idea de que su motivación era la pornografía.
“A la familia le tienes que decir otra, por ejemplo, que harás una maestría”. Pero en tierra charrúa, la ‘casualidad’ lo enrumbó hacia su propósito.
En tierras uruguayas
En marzo de 2014, Divas TV se presentó como el primer canal uruguayo de producción nacional que pretendía emitir contenidos pornográficos las 24 horas. La plataforma llegaría a toda América Latina a través de paquetes de cable ‘premium’ para adultos e Internet.
Según La Red 21, Mauricio Peña, creador e impulsor de la iniciativa, aseguró que el 70 por ciento de los actores sería uruguayo y, el resto, de la región, lo cual generaría muchos puestos de trabajo.
“Todos lo relacionan enseguida con la actriz o con el actor, pero detrás hay camarógrafos, iluminadores, sonidistas, editores, escenógrafos”, expresó Peña en su momento.
Tres años después, al poco de arribar a Uruguay, ‘Serioshka’ encontró un anuncio de empleo en Internet. Postuló, envió su hoja y le llamaron. Fue a la entrevista y planteó, desde el principio, su interés por la actuación.
Sin embargo, la vacante disponible era como editor de sonido. El quiteño realizó una prueba: debía armar una historia con tomas preseleccionadas. El resultado fue demasiado ‘light’, pero lo aceptaron y se sumó al equipo de la productora. Allí aprendió a “hacer cosas fuertes” a través de la composición.
“En el porno juega mucho la perversión, qué puedes hacer dentro de una cama”, destaca el chico, que antes de migrar trabajó como profesor en un preuniversitario de la capital ecuatoriana.
Paradójicamente, el rodaje puede resultar una experiencia frustrante para los actores. La filmación de cada escena dura entre tres o cuatro horas, y una producción se compone, a su vez, de tres escenas aproximadamente.
De modo que el hombre tiene que estar -en términos sexuales- muy “arriba” para mantener la erección tanto tiempo.
“Hay algunos que trabajan media hora y no pueden seguir. Tienen que esperar para retomar”, explica Serguei. “Hay quienes no disfrutan del momento, lo entienden como un trabajo. Lo mismo sucede con las chicas”.
Para participar en una película porno el actor debe enviar una foto de su cuerpo desnudo. La selección se lleva a cabo según los requerimientos del director. Hay todo tipo de perfiles: estudiantes, panaderos, policías...
A pesar de que la propuesta de Divas TV se aleja de los cánones de belleza que predominan en la pornografía gringa y europea, el quiteño reconoce que todavía está “muy flaco” para aparecer frente a las cámaras. Mide 1,85, pesa 150 libras y tiene músculos definidos, pero le falta “grosor, fibra”.
Dice que es flexible y que está dispuesto a lo que sea dentro del porno heterosexual.
‘Serioshka’ está convencido de que en un año conseguirá su fantasía. Mientras tanto, admira el trabajo del ‘legendario’ Rocco Siffredi, conocido como ‘el Semental Italiano’.
“Hace unas películas buenísimas, muy sacadas”. También se inspira con las actrices estadounidenses A.J. Applegate, Remy LaCroix y Carter Cruise.
En la pornografía, añade, las mujeres ganan más dinero que los hombres. Por ejemplo, mientras ellos facturan entre $ 100 y 200, ellas pueden obtener entre 600 y 1.000 por película, dependiendo de las prácticas: “Hay brechas salariales porque la mujer es la que vende, debe ser una ‘cumplidora’ sexual desde cualquier perspectiva”.
Mientras espera su momento, Serguei Caraguay se enfoca en la conexión de su cuerpo con su mente. Así visualiza la materialización de su deseo. Hace yoga y ejercicio para convertirse en uno de esos hombres que vio de niño a través de la pantalla.
Está tranquilo, no tiene prisa, su madre y hermano ahora saben a qué se dedica. Y ambos están felices de que tenga laburo...
Ecuador aún no cuenta con una industria profesional
Una de las motivaciones de Serguei Caraguay a la hora de abandonar el país fueron las limitaciones existentes para producir contenidos pornográficos. Hoy, en Ecuador son informales, clandestinos y -prácticamente- nulos.
La pornografía local es ‘amateur’ y de bajo presupuesto. Se adquiere en Internet, donde hay páginas que publican vídeos con leyendas como ‘Mi esposa y yo fuimos para Quito a ver a su madre enferma y nos quitamos el estrés en el hotel’, ‘Cachando con una mona’...
Se publicitan como “los mejores vídeos porno de ecuatorianas cogidas, calientes, porno casero y porno de calidad”... Pero el concepto de calidad queda en entredicho al tratarse de parejas comunes, que tienen sexo y se filman con una cámara pequeña o con un celular.
En la red aparecen anuncios para participar como actriz y actor. Las propuestas solicitan el envío de fotos a través de correos electrónicos. Entre los requisitos, se exige ser mayor de 18 años y asistir “aseado” a los ‘castings’, que solo se realizan en Quito, Guayaquil y Machala.
El cineasta Miguel Alvear ha investigado la producción de cine ‘marginal’ o de bajo presupuesto en Ecuador.
De hecho, en 2008 buscó información sobre pornografía y, hasta lo que sabe, nadie lo hace como negocio en la actualidad. “Hay cosas esporádicas, unos sitios web fueron cerrados... Es algo perseguido. Por ejemplo, se prohíbe su venta en DVD”, sostiene.