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Familia

Frena a raya las rabietas

Padres permisivos y sin autoridad dan ‘chance’ para que los niños desarrollen el síndrome del emperador. Los límites y el vínculo afectivo benefician a la familia

BERRINCHE
Los berrinches son una de las señales que pueden usar los niños con síndrome del emperador.Pixabay

No toleran un ‘no’; tampoco son capaces de ponerse en el lugar de otra persona; exigen atención inmediata de quienes los rodean; creen que la culpa está en el otro, no en ellos; manipulan o dominan a sus padres, así son los niños y adolescentes que padecen del síndrome del emperador, indica la psicóloga infantil y psicopedagoga Patricia Aguirre.

El ‘minitirano’ puede surgir por varias razones, dice la psicóloga clínica y terapeuta familiar Cecilia Bayas Arellano.

“La ausencia de los padres sigue a pesar de la pandemia, estando en casa es como si no estuvieran; esto crea hijos sin hábitos afectivos y comunicación, con lazos familiares débiles. La culpa por esa ausencia los acompaña y los vuelve permisivos, generando en los chicos una distorsión, en la cual concluye: “Todo es permitido”, “mis padres me lo tienen que dar todo”, “yo mando aquí”, manifiesta Bayas.

La terapeuta señala que este trastorno puede ser el resultado de las contradicciones e inconsistencias de los padres. “Discuten frente a sus hijos, uno es permisivo, el otro rígido, no se ponen de acuerdo y así el menor crece confundido”, explica.

Las consecuencias de tener una descendencia con estas características podría producir rupturas definitivas como divorcios; desprecio entre padres e hijos; maltrato intrafamiliar; que el niño huya de casa, sostiene Bayas, quien menciona que de darse un parricidio (muerte a padres, hijos o cónyuge), esto respondería a una patología psiquiátrica.

Las pataletas 

Estas son una manera natural del niño de expresar inconformidad y de poner a prueba los límites de los padres o cuidadores, pero cuando permanecen en el tiempo e incrementan su frecuencia hay que prestar atención, aconseja Aguirre.

“Evite que se lastime, ponga en palabras sus emociones, decirle: ‘Veo que esto te enoja, te siento frustrado. También he pasado por algo así, qué te parece si respiramos, estoy para apoyarte”. Un abrazo alivia la tensión. Tome en cuenta los indicadores anteriores a la explosión, cuando vea que va escalando en su nivel de ansiedad o baja tolerancia a la frustración, intervenga”, recomienda la psicóloga.

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EXTRATIPS

  • Tiempo de calidad y cantidad. El juego es esencial, a través de él es posible modelar conductas apropiadas a cada edad, se aprende a perder, ganar, esperar turnos, etcétera.
  • Evita privilegios desmesurados. No premiar por todo al niño, saber dosificar. Tampoco le temas al aburrimiento de los chicos, este les ayuda a tolerar la frustración.
  • Ojo con la tv, dispositivos electrónicos e internet. Usa controles parentales para saber el tipo de contenido que consumen. ‘Ponte once’ porque a través de estas vías pueden aprender conductas inadecuadas, por eso es importante que juntos vean estos materiales, para que los puedas guiar e instruir.
  • Padres de acuerdo con las reglas. Saber exactamente qué cosas sí es posible permitir o tolerar y qué no.
  • Conoce a tu hijo. Ten claro sus temores, emociones, gustos, quiénes son sus amigos, así no te tomará de sorpresa los cambios producidos, tal vez por malas influencias.
  • Sobremesa de 30 minutos. Que cada miembro de la familia hable de su día, metas o emociones. Asimismo cultiva valores como la empatía, tolerancia, solidaridad, entre otros.
  • Ten paciencia. Los cambios no se dan por arte de magia. Pero si no das más, busca ayuda profesional: guía para padres y apoyo para el menor.
“Un error muy común es esperar que suceda algo para actuar y en ese momento lo hacen desde el impulso o desde el modelo que han sido educados”.Patricia Aguirre, psicóloga infantil
niño malcriado
Por lo general estos chicos son caprichosos, manipuladores y nada empáticos.Pixabay
“Este trastorno es relativo al entorno de cada infante y su desarrollo piscoevolutivo. Pero debo reconocer que lo veo más frecuente en los varones que en las niñas”.Cecilia Bayas Arellano, psicóloga clínica y terapeuta familiar