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Mis Historias Urbanas: El niño en la vía

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Año 2011. Por el feriado del 2 de Noviembre, el gajo decidió ir a Salinas. Estaban cinco. De ese balneario a Montañita es un toque. Era medianoche. Compraron licor y algo para picar en el camino. Dieron las 02:00. Carretera y oscuridad. En el transcurso, reían, bebían como lo hacen los panas.

Hoy, seis años después, Leona recuerda de forma nítida el resplandor de la luna aquella noche. Solo su luz y la de los autos permitían leer el escenario. Lo vio de un momento a otro, desde el lado derecho del auto, donde estuvo sentada los últimos minutos. 

Era un niño. Sí, a las 02:30. No recuerda en qué lugar estaban exactamente. Era antes de llegar a Manglaralto. "¡Un niño!", gritó. El auto ya había avanzado. Pararon y dieron vuelta. Allí estaba. Tenía una camiseta roja, estático. No pasaba de cuatro años. 

Un cosquilleó les recorrió la piel. El menor permanecía allí, como una estatua. En medio de la oscuridad. Pensó rápido. ¿Y si era una trampa? ¿Y si de los matorrales salían matones? ¿Y si...? Pidió regresar. El grupo apoyó la moción. Arrancaron y se fueron. 

Hablaron del tema todo el camino. Al llegar a Montañita, bebieron hasta las 07:00. La anécdota se repite cada vez que hay oportunidad. Era imposible que un niño aparezca de la nada en la carretera con esa actitud. También se baraja otra hipótesis. ¿Un fantasma? Es algo con lo que vivirá toda su vida.