Familia
¡'Sácatela' de esa relación tóxica!
Uno chantajea; el otro lo justifica y aguanta. Este tipo de conductas perjudica a toda la familia. Expertas aconsejan cortar con la relación y seguir tratamiento profesional

Los hijos aprenderían a ser tóxicos, como sus padres.
“No quiero ser el responsable de terminar la relación”. “Él va a cambiar”. Estas y otras justificaciones suelen decir las personas sumisas que están dentro de una relación tóxica, en la cual son manipuladas por el otro, quien al inicio se muestra como una ‘santa paloma’, para luego aflorar sus principales características: narcisismo, agresividad, crítica-descalificación y chantaje, sostiene la psicóloga clínica Eliana Rodríguez.
Su colega Ligia Villa añade más rasgos: decide por el otro sin consultarle. No respeta el espacio de su pareja, controla sus movimientos y horarios.
El origen de esta toxicidad puede generarse por varias razones, una de ellas es que lo aprendió en su niñez, sus padres fueron sus ‘profes’, dice Rodríguez, aunque también se puede dar por abandonos y traumas.
Villa indica que la dependencia emocional influye; la persona no aprende a estar sola. Asimismo, señala que se repiten patrones de infidelidad (él o ella) y aceptan seguir a pesar de todo. Esto hace que el ser humano lo adopte con naturalidad y repita la historia.
Este tipo de relacionamiento puede incluso causar la muerte del sumiso; su depresión; aislamiento social (el manipulador controlará el entorno para dejarlo sin amigos y apoyo familiar); baja autoestima; ansiedad; abusos de sustancias psicoactivas; trastornos del sueño, menciona Villa.
Rodríguez indica que el dominante puede ser tóxico en las finanzas (aprovecharse del dinero del otro; explotarlo), en el área sexual (golpearlo en pleno acto, y el otro ceder aunque no le guste).
No le dejes esta 'herencia'
Cuando hay vástagos, los padres cultivan infancias tóxicas; y estos pequeños crecerían con inseguridades, baja autoestima, normalizarían la violencia. Aprenden a manipular y desarrollan una baja tolerancia a la frustración, no soportan que no les digan que no. Usan sus emociones y llanto para conseguir lo que quieren, manifiesta Rodríguez.
“Su rendimiento escolar también se vería afectado. Los adolescentes se tornarían rebeldes y podrían odiar a sus padres. Serían seres no resilientes”, finaliza la experta.
EXTRATIPS
"A la larga, ambos practican la toxicidad, aunque sigue el círculo del manipulador. Otra cosa que hay que tener bien claro es que nadie nace siendo tóxico”.

"El chantajista quiere dominar. Su estrategia es generar culpa en el otro, haciéndole sentir que se equivoca, que es egoísta y su pareja se cuestiona”.