Familia
Conoce el síndrome de Caín, pica de un 'ñaño' a otro
Es normal que tu primer hijo sienta celos del nuevo hermano, pero no permitas que esto termine en enemistad o pugna y se desarrolle un síndrome que lastima a la familia.

Jamás los compares. Esto solo empeorará el asunto. No olvides que cada uno tiene habilidades y talentos.
Nos referimos al complejo de Caín. ¿Por qué se llama así? Porque hace alusión a la historia bíblica que aparece en el libro de Génesis, la cual cuenta cómo el hijo mayor de Adán y Eva, Caín, mata a su ‘ñaño’ Abel, por celos. Los dos entregan sus ofrendas a Dios, pero la de Abel agradó más que la de su hermano y este se llenó de envidia, razón por la cual decidió asesinarlo, exteriorizando de esta forma sus celos.
Para el psicólogo Roberto Pazmiño, este síndrome es común en hogares con más de un hijo. El mayor no quiere compartir a sus padres con el nuevo miembro de la familia, y hay que estar atentos a esa situación, porque de no corregirse a tiempo, puede llegar a actos de violencia hacia el hermano y el resto de integrantes.
La obra ‘El alma infantil y el psicoanálisis’, del doctor francés Charles Baudouin (el primero en usar el término ‘síndrome de Caín’), dice que los ‘ñaños’ nacen con la predisposición de ser enemigos.
El psicoanalista austriaco Alfred Adler considera que para los menores lo realmente importante es el “instinto de poder”: ser el primero en todo, tanto en lo que es el cariño, la atención, la inteligencia, en tener más juguetes, etcétera. Más que ver a su ‘ñaño’ como intruso, lo mira como un rival, con el que tiene que enfrentarse para conseguir el afecto de sus padres, pues piensa que le ha quitado su derecho de exclusividad del amor de sus progenitores.
Este complejo puede presentarse a temprana edad y dura poco. El infante muchas veces no tiene conciencia de su conducta y se deja guiar por sus emociones, sin comprender por qué actúa así. Si no es bien tratado y superado en los primeros años de existencia, esto puede producir efectos graves en la vida adulta de los ‘ñaños’ y en su forma de relacionarse entre ellos y sus padres.
Es posible que la persona que no reconozca y ‘supere’ el síndrome, perciba la realidad social basándose en la envidia contra alguien que pueda interponerse en el camino para obtener uno u otro beneficio. Puede darse si se ha generado alguna afectación en el desarrollo de su personalidad y no se le ha dado tratamiento.
¿Qué hacer?
Converse con sus hijos, oiga sus razones y llévelos a descubrir por sí mismos que su actitud no es correcta, que mediten en las consecuencias de sus actos y anímelos cuando vean que se están esforzando por cambiar y portarse mejor.
¿Qué síntomas presentan?
En su comportamiento, el niño tiene conductas y posturas de bebé, únicamente para llamar la atención de sus padres y adultos (como hacer berrinche, querer que lo carguen o lo hagan dormir en los brazos, etcétera.); inventa enfermedades para atraer la atención; acusa a su ‘ñaño’ menor para que lo reten; le dice a sus padres para hacer actividades juntos, pero no involucra al hermano menor en ellas.
En los niños más chiquitos pueden darse pequeñas agresiones al hermano menor, como pellizcos, haladas de cabello o incluso mordidas o empujones. Otros comportamientos son desobedecer a los padres o despreocuparse de sus estudios.
En ocasiones tienen pesadillas, incluso se orinan la cama. De igual manera hay alteraciones en los patrones de comida y del sueño. Evidencian menos apetito o se vuelven más selectivos con los alimentos y rechazan platos que antes les gustaban. O se les tiene que dar la comida en la boca. Pueden sufrir de insomnio, despertar nocturno, pedir dormir con los padres, etcétera.
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