Buena Vida
En la convención de tatuadores, la piel es el lienzo más preciado
Personajes reconocidos y amantes de la tinta asisten a este encuentro de expertos, donde las imágenes lo dicen todo.

Decenas de tatuadores hacían rugir sus máquinas, como si se tratara de una sala de dentistas. Ellos estaban plasmando sus obras en lienzos de piel. La Cuarta Convención Internacional de Tatuaje Mitad del Mundo inició este 23 de septiembre de 2016 y se extenderá por tres días hasta el domingo.
Rafael Pilo-País, de 18 años, llegó a las 15:00 para tatuarse un árbol de cerezo en la parte izquierda del abdomen. Su rostro reflejaba el dolor que le ocasionaba que le impregnaran tinta en la piel. “A mi madre le gustan los cerezos, así que se lo dedico a ella”, dijo el muchacho. Con este gesto de amor se despidió de casa para luego permanecer casi 4 horas recostado en una camilla mientras James Vaughn, reconocido tatuador estadounidense, daba forma a su arte.
La convención también reúine a personajes de transformaciones extremas, como a Caim Divell, mejor conocido como “El Diablo”, quien esperaba en un estante para hacerse fotos con sus fanáticos. Barbas pintadas, hombres con falda, escleróticas de colores (parte blanca del ojo) y más cosas raras se pueden ver en una de las salas del Hotel Casino Plaza, en el norte de Quito, destinadas para el evento.
Leonardo Pazmiño, de 20 años, sintió miedo al verse colgado como un trapo de ropa agarrado de dos pinzas que traspasaban la piel de la espalda. Pero a los pocos segundos tomó confianza y empezó a columpiarse en el aire y a sentir la libertad de volar.
Los hierros que sujetaban su piel empezaron a mancharse ligeramente de sangre, pero ya nada detenía su deseo de haberse arriesgado a algo diferente. “Sentí mucha emoción, dolió un poco, pero la euforia de ese momento era única”, describe Leonardo la experiencia de haber sido ‘suspendido’ en el aire. Mientras tanto, el animador del evento buscaba entre el público un nuevo voluntario.
Francisco Arauz, quien participó en la categoría color, llevaba 4 horas tatuando y todavía le quedaban 2 horas de trabajo para presentar al jurado. Un ojo colgado y una herida abierta en la cabeza era el zombi que Francisco presentaría al concurso. “Representa una época de mi vida, tuve una experiencia cercana a la muerte y el zombi es alguien que regresó de la muerte”, contó Katy Solórzano, quien le acolitaba a ‘Pancho’ en ese momento. Historias como las de Leonardo y Katy se cruzan en este mundo de tatuadores, donde lo importante es verse distinto.