Buena Vida
Bebé de cuatro meses requiere un transplante de hígado
Los padres están desesperados porque necesitan tres mil dólares para ver si son compatibles.

Según los médicos, el bebé habría nacido sin vesícula provocándole problemas al hígado.
A Gabriela Tello Chiquito se le humedecen los ojos cuando describe el ajetreo que ha padecido Jordan, su bebé de apenas cuatro meses de edad. El pequeño nació sin vesícula y sin vías biliares por lo que su hígado está fallando. Al momento lo tiene completamente cirrótico, por lo que su vida peligra, le han dicho los médicos.
Lo único que ayudaría a este bebé es un trasplante de hígado, una operación costosa y complicada, ya que por la edad del bebé no se practica en el país.
“El bebé nació bien, aparentemente. Me llamó la atención el color de su piel, pero en la clínica donde lo tuve me dijeron que era normal, que con sacarlo al sol se le iba a pasar”.
El tiempo transcurrió y la salud del pequeño no mejoraba. Pasaba irritado, lloraba y la coloración de su piel fue poniéndose más amarilla. No cambió como le habían asegurado en el sitio donde nació Jordan. Gabriela lo llevó a un centro de salud estatal. “Lo derivaron al hospital de niños Roberto Gilbert. Allí lo internaron durante 21 días para poder hacerle estudios”.
Durante esas tres semanas, Gabriela sufría junto a su hijo al verlo ‘crucificado’ con sus bracitos con sueros, vías y tubos. Las marcas de los pinchazos aún están presentes en su frágil piel y ese martirio fue solo para diagnosticar que el bebé llegó al mundo sin vesícula, lo que afectó su hígado.
En lugar de tener al niño en una lista de espera para obtener el órgano, lo que tomaría tiempo, los padres quieren donarle una parte de su hígado. “Pero los exámenes de compatibilidad toman mucho tiempo en el sistema de salud, y los médicos, aunque no me han dado tiempo de vida estimado para el bebé, me advierten que debe ser intervenido lo más pronto posible”.
Por ello, están desesperados en conseguir los tres mil dólares que cuesta hacer los análisis de compatibilidad para agilizar el tratamiento y buscar la manera de que el niño logre ser admitido para la cirugía. “Esa intervención tendría que hacerse en Colombia o Argentina porque aquí no la practican, por lo que costaría mucho más.
Pero ni siquiera tenemos el dinero para saber si podemos ser los donadores”, lamenta la joven, madre de otra nena y esposa de un jornalero a quien su sueldo no le alcanza más que para subsistir cada día.