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¡La llegada más triste de la selección!
Jugadores de la tricolor llegaron a Tababela en completa soledad. Solo dos de ellos tuvieron un recibimiento con besos y abrazos.

Andrés Chicaiza lloró de alegría cuando vio a su pequeña hija y su esposa que fueron a recibirlo.
Esta vez no hubo multitud con camisetas amarillas, gritos de apoyo ni fiesta. Parecía un día normal en el aeropuerto de Tababela, en Quito. Y eso que llegaban varios de los jugadores de la selección nacional de fútbol. Incluso, algunos salieron de la terminal aérea con sus maletas en plena soledad. Hubo dos excepciones, eso sí: la de Andrés Chicaiza y la de Romario Ibarra.
Por la puerta delantera del aeropuerto pasaron pocos elementos de la selección. El primero en aparecer fue Alexánder Domínguez, quien confesó a los medios de prensa que las críticas han sido duras por parte de la afición ecuatoriana, “pero uno acepta las críticas porque sabemos que no obtuvimos lo que se esperaba”.
También aparecieron Robert Arboleda, Jefferson Orejuela y Carlos Garcés. Todos cabizbajos. Y llamó la atención que cada uno salió por su lado y no en grupo.
Según el departamento de prensa de la Tri, el entrenador Bolillo Gómez aterrizó en Guayaquil y el resto de la plantilla lo hizo en la capital, pero salió por la puerta trasera sin acceso a prensa.
Para quien sí hubo recibimiento y besos fue para Chicaiza. Una década ha pasado desde que el jugador conoció a su esposa, Daniela. Pero, según la amada del futbolista, nunca habían estado tanto tiempo separados, como ahora por la Copa América.
Por eso no fue de extrañarse que, al llegar, al otavaleño se le escaparan un par de lágrimas. Su hija Noelia, de 2 años, corrió a abrazarlo con su paso lento propio de un pequeño que apenas ha aprendido a caminar.
Chicaiza fue el único jugador de la Tri que fue recibido con tal cariño. Solo hubo otro futbolista, Romario Ibarra, que contó con hinchada propia en la sala de arribos del aeropuerto de Tababela.