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El Nacional cayó goleado ante Delfín en el Atahualpa
Aunque el equipo dirigido por Eduardo Favaro pareció tener el control de la pelota en la primera parte, siempre fue Delfín el más peligroso, en parte por el pésimo trabajo de la zaga criolla.

Aunque el equipo dirigido por Eduardo Favaro pareció tener el control de la pelota en la primera parte, siempre fue Delfín el más peligroso, en parte por el pésimo trabajo de la zaga criolla.
Este sábado 7 de julio, por la penúltima fecha de la primera etapa, El Nacional se chocó de nuevo con su realidad y perdió ante Delfín. El cuadro cetáceo hizo de las suyas en el Olímpico Atahualpa, goleando y desnudando las falencias de los criollos, que cerrarán la etapa entre los últimos.
Aunque el equipo dirigido por Eduardo Favaro pareció tener el control de la pelota en la primera parte, siempre fue Delfín el más peligroso, en parte por el pésimo trabajo de la zaga criolla, incapaz de controlar las acciones en su área.
La escuadra manabita sólo no se adelantó en el marcador en la primera parte gracias a la actuación de Johan Padilla. El golero, en contraste con su defensa, salvó al menos tres opciones claras. Pero el arquero no lograría resistir sólo en la segunda parte.
A los dos minutos de volver del camerino, Delfín finalmente pudo materializar su juego en una jugada en la que Bryan Oña se metió hasta el borde del área para ceder la pelota a Henry Patta, quien definió con un zurdazo.
Desde ese momento, Delfín no dio tregua. Se volcó en ataques rápidos, mientras El Nacional no se encontraba y lucía cada vez más desesperado.
El Cetáceo aprovechó los errores del local y amplió pronto el marcador. Nuevamente la zurda de Patta fue imperdonable. Esta vez tras un pase de lujo de parte de Carlos Garcés.
Sólo pasaron diez minutos más para que los dirigidos por Fabián Bustos dieran la estocada final. Chicaiza demostró su habilidad y se llevó de toda la zaga criolla hasta llegar a Padilla. Cuando el portero se jugó, el atacante definió por abajo, sentenciado el 3 a 0.
Era irreversible. El mismo Favaro prefirió sentarse en el banquillo, decepcionado por uno de los peores partidos de este semestre, en el que el Nacho nunca logró despegar.