El 14 de agosto, el fútbol ecuatoriano perdió a uno de sus pilares más silenciosos pero fundamentales: Iván Patricio Maldonado San Martín, médico deportólogo de la Tricolor desde 1999, falleció dejando un vacío imposible de llenar. Su carrera estuvo marcada por la pasión, la entrega y el cuidado humano de cada futbolista que vistió la camiseta de Ecuador.

Maldonado no solo estuvo presente en los grandes torneos; estuvo en 14  Copas del Mundo, repartidas entre las 4 de mayores, Sub-20, Sub-17 y la selección femenina. Su última cita fue la Copa Mundial de la FIFA, la cuarta con la Sub-20, un testimonio de su compromiso y vocación por el deporte ecuatoriano.

La noticia la dio la Federación ecuatoriana de fútbol

Mundiales en todas las categorías

“Es una vida y poder llevar a Ecuador en el mundo, muchas veces no se conoce la vida del médico”, dijo en una ocasión. Esa humildad definía su carácter: detrás de cada vendaje, cada control físico y cada sonrisa de apoyo, había un hombre que entendía que cuidar a los jugadores era mucho más que aplicar tratamientos; era acompañarlos como guía, amigo y confidente.

Entre las anécdotas que dejó está aquella vez que tuvo que cocinar para el equipo, un gesto que resumía su disposición a servir en todo momento, más allá de lo profesional. Maldonado era médico, pero también era humano, cercano y respetado por todos.

La Federación Ecuatoriana de Fútbol expresó su pesar

"Lamenta con gran pesar el sensible fallecimiento de nuestro querido Dr. Patricio Maldonado. Médico de nuestras selecciones nacionales, presente en 14 Copas del Mundo en distintas categorías. Su compromiso y entrega permanecerán para siempre en la historia de nuestro fútbol. Acompañamos con respeto y solidaridad a su familia y seres queridos en este difícil momento, expresándoles nuestras más sinceras condolencias. Gracias, Doc. Nos hará mucha falta."

El legado de Maldonado trasciende los títulos y partidos; vive en cada jugador que cuidó, en cada selección que acompañó y en la historia de Ecuador en el fútbol mundial. Su partida deja un silencio profundo, pero también un ejemplo de dedicación que perdurará más allá de los estadios y los reflectores.

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