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¡Golpe duro al sueño ‘torero’!

David Centeno, Sangolquí
Las manos al rostro y la cabeza baja. Así salió Barcelona ayer del estadio Rumiñahui, después de desperdiciar una oportunidad de oro para dar caza a Emelec y colocarse como puntero del campeonato nacional. El Ídolo volvió a demostrar que no rinde de visita como en el Monumental y cayó ante un valiente Independiente del Valle en el último minuto. Un golpe muy duro para las ilusiones toreras.
Muchos podrán argumentar que Guillermo Almada tenía bajas importantes como Kitu Díaz, Minda o Máximo Banguera, además de la salida de Penilla. Pero la realidad es que si este equipo quiere su 15ª estrella, debe hacerse fuerte ante estas situaciones y dar golpes de efecto como el que exigía el cotejo de anoche.
Se adelantó
Barcelona, que regresaba al campeonato tras la para por la Copa América Centenario, no mostró su mejor nivel en ningún momento. Es cierto que fue superior en alguna fase del partido, pero no convenció. Se salvó el capitán, ya que siempre que los de Almada movieron el juego, Matías Oyola se erigió como el líder. Eso sí, aquel ritmo, aquella verticalidad y, sobre todo, la eficacia mostrada en el Clásico del Astillero del Monumental desaparecieron en los 90 minutos jugados en Sangolquí.
De los pies del centrocampista y capitán ‘torero’ salieron las jugadas más peligrosas. Los de Almada no conseguían inquietar a Azcona en jugada, por lo que la pelota parada se convirtió en su mejor arma. Y ahí, el Ídolo es el mejor. Avisaron dos veces y a la tercera llegó el primer tanto de la noche, a la media hora. Oyola realizó una señal a sus compañeros y alertó sobre la jugada que estaba listo a realizar.
Todos entendieron que el balón estaba destinado para Segundo Castillo. El ‘Mortero’ esquivó a algunos defensas y de cabeza ‘peinó’ la pelota para mandarla al fondo de las redes y vencer al buen portero ‘rayado’. El capitán gritó con euforia desde la media cancha, levantó los brazos y giró su cuerpo hacia la tribuna, donde estaba ubicada la afición ‘torera’, que lo acompañó en su solitario festejo.