Ese día, el 5 de junio del 2025, el destino tenía preparado uno de esos guiones que solo el fútbol puede escribir. En el Monumental de Guayaquil, minutos antes del Ecuador vs. Brasil, los celulares ardían, los chats explotaban y el murmullo en la prensa era uno solo: “¿Y ese arquero? ¿Quién es Gonzalo Valle?”

Sí, ese, el que no sale en comerciales ni hace TikToks con filtros. El mismo que no grita, pero responde. El que llegó a la Selección sin hacer bulla, pero con los guantes bien puestos y los sueños intactos.

Nacido en Riobamba, en 1996, Valle es de esos jugadores que aprendieron a remar desde abajo, desde Fedeguayas, donde entendió que ser arquero es bailar con la más fea: si te equivocas, todos te miran; si salvas, pocos lo recuerdan.

River Ecuador le dio la primera camiseta seria en 2014. No jugaba, pero observaba. No atajaba, pero aprendía. Un año después, ya era subcampeón de la B y aunque muchos no lo vieron, él ya estaba metido en la película.

Después, Guayaquil City, su trinchera. Allí lo moldeó Pool Gavilánez, que le dio confianza cuando nadie apostaba por él. Valle creció sin reflectores, sin prensa, pero con los guantes llenos de carácter.

Y entonces, ¡boom! En 2022, Gustavo Alfaro lo llama a la Selección. Nadie lo entendía.

Liga de Quito lo lleva a su banda

En 2024, Liga de Quito lo ficha. Algunos decían que era para banca, otros que no aguantaría la presión. Pero el man, como siempre, a lo suyo: tapar, ordenar, hablar lo justo y parar lo que viene.

Y cuando parecía que el puesto en la Tri estaba cerrado con llave, el destino volvió a sonreírle. Galíndez se lesiona, y Gonzalo sale al césped del Monumental con el pecho inflado y el país en la espalda. Brasil adelante. Historia por escribirse.

La historia que hizo en Perú

El 10 de junio, en Lima, ya nadie preguntaba “¿quién es Valle?” porque él mismo se encargó de responder: atajadas de antología, dos goles cantados que murieron en sus guantes, y el trofeo al mejor del partido. Con eso, Ecuador clasificó al Mundial. Y Valle, sin pedir permiso, se metió en la historia.

En la cancha del Nacional de Lima, con la voz entrecortada y los ojos brillosos, soltó una frase que llegó como puñalada de emoción: “Uno veía esto por TV y siempre decía que quería estar ahí. De niño uno soñaba con esto. Y hoy estoy aquí, con monstruos del fútbol. Es un sueño”.

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