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Joao Rojas rompe el silencio: tragedia, cáncer, pérdida de un bebé y su regreso
Joao Rojas revela su verdad: cirugías, cáncer y la pérdida más dura en "El Regreso"
Joao Rojas abrió las puertas de su intimidad con un relato crudo y estremecedor en el documental El Regreso, que él mismo grabó. Allí desnuda su alma y su dolor, recordando el vía crucis que vivió con las cirugías, el fantasma del cáncer, la pérdida de su bebé y el regreso a fútbol en el Clásico del Astillero.
Sobre la posibilidad de tener cáncer, su confesión hiela la sangre: “Y a veces yo me culpo de que hice algo malo, de que comí algo mal, de que... O sea, a veces culpaba hasta a mis propios perros. Pero cuando alguien entra a un quirófano por primera vez hay un 2% de posibilidades de infección; en la segunda sube a 20, 25%. Y ya era mi tercera cirugía, o sea, el margen de infección ya no era controlable, era una posibilidad muy latente”.

El día que le dieron la mala noticia
Rojas recuerda que “llegaron la primera semana y lo que menos estaba era cerca de volver. Estaba con una herida infectada, con puntos semiabiertos. Entonces yo acudo a los doctores del club, ven la herida, deciden hacer un proceso raro, toman grapas en toda la herida, un metal en una herida que estaba abierta, que las grapas tampoco fueron capaces de cerrar mi piel borde con borde”.
El golpe más fuerte llegó en una consulta médica. “Estaban mi esposa, mi mejor amigo atrás y llegas tú después de 30 minutos me habían dicho que yo ahí tengo un maldito cáncer. Ese momento fue stop, como en las películas cuando alguien está por morir y tiene un flashback de toda su vida. Dejé de escuchar, me sentí muy frío, sin saliva. Solo quería irme de ese momento, lloré un poco, me subí al carro un minuto después y solo quería llegar a la casa”.

Ese regreso al hogar fue devastador: “Recuerdo contigo (esposa), nos arrodillamos en la terraza, lloramos mucho y decíamos que confiábamos, pero era imposible. Esa noche y todas las posteriores fueron horribles. Yo le agradezco a Dios porque lo que más pude es dormir en paz”.
En medio de la oscuridad, surgió la esperanza. “Un día siguiente con el traumatólogo-oncólogo vio la herida y dio sorpresa, la herida ya no estaba tan abierta. La herida estaba ya empezando a cerrarse, entonces él barajó la posibilidad de que no sea cáncer y que sea una infección”.
Rojas revela que, desde niño, el fútbol siempre fue su salvación: “Nunca jugué para ser famoso o estrella, jugaba porque sabía que en mis pies estaba la posibilidad de cambiar la vida de mi familia”.
Su historia no es solo un documental. Es la vida misma expuesta al límite, donde el dolor y la fe caminan juntos.