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La esposa de Marcos Olmedo rompe en dolor: “El sueño era una casa para nuestro hijo”
Evelyn Clavijo rompe el silencio tras la muerte de Marcos Olmedo en Mushuc Runa
El fútbol tiene domingos que matan la ilusión. El 25 de agosto, Mushuc Runa no solo perdió a un jugador, perdió a un hombre, un padre, un esposo. Y su nombre retumba en la memoria: Marcos Olmedo.
Detrás de cada camiseta hay una vida, una familia, un sueño. Y hoy, esa voz la tomó Evelyn Clavijo, su esposa, quien rompió el silencio con una carta que duele como cuchillo en la piel. No habló de fútbol, habló de amor. No habló de estadísticas, habló de vida.

Los sueños eran para su hijo
“No tengo que decir mucho, los que conocieron a Marcos saben el tipo de persona que fue, me enseñó que siempre se tiene que dar de lo que hace falta, no de lo que te sobra”, escribió con la entereza de quien se desangra por dentro.
Evelyn no maquilla la verdad: la vida que tenían no era de lujos, era de lucha. “Nos arropábamos hasta donde la cobija nos alcanzaba, de qué viajes hablan? No logramos vacacionar, salir del país, etc.”.

Marcos era un tipo generoso
El sueño no era un auto último modelo ni un viaje a Europa. El sueño era otro, más humano, más puro: “Queríamos la casita para Lemarcus, esa era la prioridad”.
La historia de amor comenzó hace siete años y se convirtió en un pacto eterno: un hijo, promesas compartidas, fe en Dios, esperanzas de un futuro sencillo, pero sólido. Marcos le pidió algo a Evelyn: que cuidara de su primogénito con el mismo celo con el que él cuidaba la pelota en la cancha.
Ella lo recuerda solidario, generoso hasta el extremo: “Si señores, era el que me mandaba a depositarle a cualquier persona que le pedía ayuda, aún sin tener para nosotros. Y me decía: mi negra, que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.

El corazón hecho pedazos
Con el corazón partido en mil pedazos, Evelyn no pide dinero, no pide lujos, no pide favores. Solo pide respeto. Respeto por un dolor que no tiene cura, respeto por una vida que ya no está, respeto por la memoria de un futbolista que dejó todo en la cancha… y todo en la vida.
“Solo pido un poquito de respeto por el dolor ajeno”, cierra la carta. Y esas palabras pesan más que un gol en el último minuto, porque son la súplica desnuda de una mujer que hoy llora a su amor eterno: Marcos Olmedo.