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Liga de Quito: En los festejos del camerino en Brasil hubo baile y oraciones

Alexander Alvarado pidió perdón a sus compañeros por la tarjeta roja

Los jugadores de Liga de Quito en el estadio Morumbí, después de eliminar a Sao Paulo: se celebró agradeciendo a Dios.
Los jugadores de Liga de Quito en el estadio Morumbí, después de eliminar a Sao Paulo: se celebró agradeciendo a Dios.Cortesía

Dejaron tristes a 60.000 hinchas y luego celebraron con abrazos y rezos. La clasificación de Liga de Quito a las semifinales de la Copa Sudamericana, en la tierra de la samba, se vivió con mucha alegría, pero también con respeto y muestras de fe en el camerino.

El camino al que puede ser su segundo título en esta competencia se definió por la vía de los penales. Después de eso, lo que se vivió en el camerino del estadio brasileño fue una locura, la otra cara de los jugadores, el lado humano que pocos ven.

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Los albos iban llegando y salsa choke de fondo, fiesta y baile. Así, hasta cuando el capitán Ezequiel Piovi dijo que era hora de hacer el círculo y todos abrazados en una sola voz rezaron el Padre Nuestro.Era la hora de darle gracias a Dios. La mayoría lo hizo con los ojos cerrados.

Los albos quieren repetir lo del 2009 y ganar la Sudamericana. En el camerino todos se abrazaron y rezaron. 

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El “Santificado sea tu nombre” fue casi gritado, con fe.

Pero antes de eso, Alexander Alvarado pidió perdón por la expulsión en el minuto 48. Dijo que sufrió demasiado viéndolo desde un televisor.

Es Liga de Quito que quiere volver a ser campeón de la Copa Sudamericana. Su siguiente rival en el camino es Defensa y Justicia.De ganar, la final será otra vez con un equipo brasileño, como en el 2009, cuando los albos vencieron a Fluminense.

Al final las palabras del entrenador Luis Zubeldía no fueron las de un DT enfocado en lo deportivo. En medio de la algarabía, se acordó de los ‘invisibles’ del equipo: “Se lo dedicamos a todos, empleados que trabajan desde al anonimato, a toda la dirigencia, al cuerpo técnico, el staff, jugadores y a toda la familia nuestra”.

Eso hizo que en algunos de ellos rodaran lágrimas. Eran de felicidad y de fe.

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