La lucha libre es un deporte de acción y espectáculo

En la Alborada 5 etapa, en el norte de Guayaquil, se encuentra Top Gym. En este gimnasio es normal realizar la rutina de ejercicios mientras en la sala de en frente se arma un cuadrilátero. Ahí funciona Row Luchas (Revolutions of Westling) fundada por Iván Bustamante. Esta marca se dedica a enseñar lucha libre a decenas de chicos y a organizar eventos de lucha profesional.

Bustamante tiene 15 años de experiencia, se desempeñaba como luchador y entrenador. Hoy alecciona y maneja a los futuros talentos del deporte.

En plena tarde de viernes los fierros y la madera suenan mientras algunos hombres musculosos arman el cuadrilátero cual tablero de tetris. “Aquí no hay glamour”, dispara Bustamante. Es verdad, nada es elegante en la zona de lucha ni siquiera su ropa. Lleva una camiseta blanca que tiene vestigios de alguna grasa traviesa que solo unos ojos curiosos descubren. A simple vista Bustamante llama la atención por su cuerpo bien definido y porque es la voz cantante de Row Luchas.

Con cuadrilátero listo llegó otra transformación. La mitad de los luchadores sube al segundo piso para dar vida a su luchador que es una suerte de alterego. Tal vez muchos vean solo unas botas y una máscara, pero la verdad es que para el luchador es casi un ritual.

Cuando finalmente bajan y rodean el ring se puede sentir el entusiasmo de los jóvenes por iniciar la práctica. Se tienen que preparar, en especial porque al día siguiente algunos tienen una importante lucha. Entre risas y parloteos se puede distinguir un acento extranjero, se trata del campeón peruano ‘Lord Cobra’. Él lleva una máscara al igual que otro luchador. Entonces es inevitable la pregunta ¿Qué simboliza la máscara?

‘Lord Cobra’ y ‘Flying Tiger’ son de estatura baja y ambos llevan una máscara que oculta su identidad. Sin embargo, esta no es la razón para usarla. Ellos admiran a ‘Rey Misterio’, un luchador profesional que triunfa internacionalmente. “Todos los bajitos quieren ser Rey Misterio”, les gritó Bustamante del otro lado de la sala.

La tarde avanza y algunos no aguantan las ganas de subirse al ring e impulsarse con las cuerdas. ‘El Cuervo’ grita: “¡cuidado que eso todavía no está firme!”. Las cuerdas están débiles y hace falta una vuelta más de tornillos, entonces empieza un micro ritual para poner el cuadrilátero a punto. Los luchadores se olvidan de luchar y se concentran en dar vueltas a las piezas de metal.

¿Sólo coreografía?

Una lucha de calentamiento entre Ecuador y Perú mostraba la preparación y agilidad de ‘Lord Cobra’ y ‘Flying Tiger’. Para quienes no son cercanos a este deporte, los impactos y las acrobacias pueden resultar arriesgadas, mientras que para otros no es más que algo prediseñado.

Las acrobacias y piruetas resultan sorprendentes desde cualquier ángulo, pero más de una vez se ha escuchado: “eso no es real”. Ante esto los profesionales en la lucha libre tienen una postura. “No me puedes decir que no es real si lo estás viendo, esto es un deporte de espectáculo”, sentenció Iván Bustamante, como si quisiera increpar a los escépticos.

Según Bustamante, este deporte implica preparación previa, esfuerzo y constancia. Quienes lo practican profesionalmente deben ser disciplinados. Existe un sinfín de movimientos que puede emplear el oponente y el secreto está en saber recibirlos. “Los golpes duelen igual”, asegura Tiger. No solo se debe aprender a dar golpes, también a recibirlos y hasta deben saber cómo caer al piso y evitar daños físicos.

¿Y las mujeres?

Ilona Arcos estudia administración de empresas y aunque sus amigos se sorprenden cuando empieza a hablar de su afición, se siente gustosa y entusiasmada por entrar en el mundo de la lucha libre. Su fanatismo por este deporte empezó desde que vio un programa de televisión. Ella viste un traje negro completo similar al de ‘Catwoman’. “En la universidad y en la casa soy tranquila pero cuando estoy en el ring soy otra”. No intimida, más bien los ojos curiosos se distraen con su belleza.