En el club 22 de Julio de Esmeraldas, que compite en la Serie B del fútbol ecuatoriano, reina un ambiente de miedo por presiones mafiosas.

Lo que comenzó como rumores sobre apuestas en línea terminó en el asesinato del futbolista Jonathan González, un hecho que expuso la vulnerabilidad de jugadores y dirigentes ante el poder del crimen organizado que acecha el fútbol provincial.

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Según familiares y fuentes cercanas al club, la ‘chispa’ que encendió la violencia fue el empate 1-1 contra Chacarita, el pasado 10 de septiembre. Mafias vinculadas a las apuestas en línea exigieron que el 22 de Julio perdiera ese partido. Se habrían movido miles de dólares, y ese empate se convirtió en una sentencia de muerte para González, capitán del equipo.

El asesinato del jugador revela una serie de amenazas y hostigamientos que golpean al club desde hace meses. Jugadores reconocen, bajo reserva por temor, haber recibido mensajes intimidatorios, llamadas anónimas y exigencias de pagos que oscilan entre 2.000 y 5.000 dólares.

Una fuente del club indicó que, debido a estas amenazas, el equipo tuvo que dejarse golear 8-0 por Atlético Vinotinto, el 16 de julio, y 4-0 por Vargas Torres, el 3 de septiembre. (Este último equipo fue vendido a inversores de Santo Domingo de los Tsáchilas tras amenazas a sus dirigentes).

El presidente del club 22 de Julio, acorralado por la presión, abandonó Esmeraldas y solo se comunica de manera esporádica y a través de mensajes, según una fuente.

Las presiones no se han limitado a los resultados: los dirigentes también han recibido advertencias de ataques con explosivos en sus instalaciones si no cumplen. Entre familiares de futbolistas, se habla de un “calvario silencioso”.

Según Armando Cabezas, experto en seguridad, la situación del 22 de Julio refleja que el fútbol de provincias, sin el blindaje mediático y económico de los grandes clubes, se ha convertido en terreno fértil para las redes criminales. “El control sobre resultados, marcadores y hasta tarjetas amarillas abre oportunidades millonarias en el mercado clandestino de apuestas”, explicó.

La despedida eterna en Quinindé

González, de 31 años, fue baleado por sicarios la noche del viernes 19 de septiembre, mientras bebía dentro de una casa en el sector Vista al Mar de Esmeraldas. Con él también fue asesinado su pariente Darío Batalla.

Con las amenazas reveladas, los familiares de González le dieron la despedida eterna. Al cierre de esta edición, el cuerpo del futbolista era trasladado desde Esmeraldas a su natal Quinindé, donde se prevé sepultarlo junto a la tumba de su padre, en el Cementerio General.

Por su parte, los restos de su cuñado, Darío Batalla, serían sepultados este domingo 21 de septiembre de 2025, por la tarde, en el camposanto Jardines de la Paz, al sur de Esmeraldas.

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