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Ecuador

La Joaquina: el espíritu que acecha a los infieles en la vía Ambato–Píllaro
En la vía Píllaro-Ambato, aún se cuenta que el espíritu de una mujer traicionada sigue apareciéndose a los conductores infieles
En el kilómetro 10 de la vía Ambato–Píllaro, el viento sopla distinto. Allí, donde las cruces blancas parecen vigías eternos del dolor, la gente murmura un mismo nombre con respeto y temor: La Joaquina.
Dicen que fue una mujer hermosa, enamorada hasta lo imposible de un chofer que recorría esa carretera como quien recorre varios corazones. Su vida era esperar el regreso de aquel hombre, sin saber que el destino le guardaba una traición que la empujaría a la muerte.
La historia se repite en voz baja entre los transportistas: cuando descubrió la infidelidad de su marido, Joaquina corrió sin mirar atrás y se lanzó al abismo. Su cuerpo fue encontrado días después, justo donde en la actualidad hay un santuario a una virgen.
El espíritu que castiga a los infieles
Los viajeros nocturnos la invitaban a subir en la montura, seducidos por su belleza. Pero en el trayecto ella nunca respondía.Solo al voltear a verla descubrían el verdadero horror: un rostro convertido en calavera, ojos brillantes como brasas y manos de puro hueso.
Más de uno perdió la cordura, otros cayeron del caballo, y algunos jamás regresaron a contar su historia. Con la carretera asfaltada, dicen que la aparición no desapareció. Algunos choferes, como Marco Salazar, aseguran haber visto una silueta de mujer parada en la curva, otras veces sentada junto a la vía, mirando fijamente a los autos que vuelven tarde… y no exactamente solos.

Cruces, sombras y un nombre que se recuerda
Los accidentes en La Joaquina siguen acumulándose. Hace más de una década, un bus con policías cayó al abismo y más de diez uniformados perdieron la vida. Hay quienes afirman que esa noche alguien vio una sombra femenina cruzar la carretera segundos antes del desastre.
Para Hipólito Ronquillo, periodista y conocedor de leyendas urbanas, la historia no es solo un cuento: “La Joaquina —dice— es la advertencia de que las traiciones siempre regresan. A veces, en forma de espectro”.
María Ruiz, quien viaja a diario entre Ambato y Píllaro, admite que nunca la ha visto, pero el temor la acompaña al atravesar la curva maldita: “Uno siente un frío raro, cuando se regresa en la noche, como si alguien lo mirara desde la oscuridad”, murmura.
Otros, más escépticos, culpan únicamente a la imprudencia. Pero entre los habitantes de Píllaro, cuando cae la noche, nadie se atreve a negar que esa curva tiene dueña… y que su leyenda no descansa.
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