La noticia estremeció a Esmeraldas. En medio del dolor, el nombre de Katherin Chila, una joven madre de tres hijos, se convirtió en sinónimo de tragedia. Su cuerpo, junto al de su conviviente, fue encontrado sin vida en el sector de Playas Villamil, en la provincia del Guayas, tras varios días de angustiosa búsqueda desde su desaparición en Guayaquil.

Ambos cadáveres presentaban signos de tortura y disparos en la cabeza, según confirmaron fuentes policiales cercanas al caso. La escena reflejaba una ejecución planificada y despiadada, que deja tras de sí más preguntas que respuestas.

El cuerpo de Katherin fue trasladado hasta la ciudad de Esmeraldas, donde familiares y amigos la recibieron entre llantos y oraciones. Este jueves, en medio del dolor y la incredulidad, le brindarían cristiana sepultura, cerrando así una semana marcada por la desesperación, la incertidumbre y la tristeza.

La pareja había sido reportada como desaparecida en Guayaquil la semana pasada. Desde entonces, los familiares emprendieron una intensa búsqueda, difundiendo fotografías y mensajes en redes sociales con la esperanza de encontrarlos con vida. Sin embargo, la esperanza se quebró con la llamada que confirmó el peor desenlace.

Salieron a la tienda y no se supo más de ellos 

Según relataron los familiares de Katherin Chila en Esmeraldas, la joven de 23 años había viajado hasta Guayaquil para encontrarse con el padre de sus hijos, Yeender Batiója Cuero. De acuerdo con la versión de la madre de él, la pareja salió de su vivienda, ubicada en el sector de Monte Sinaí, para realizar unas compras en una tienda cercana.

Hasta el momento, la Policía Nacional acantonada en Guayaquil no ha emitido un pronunciamiento oficial sobre los hechos ni ha revelado detalles del posible móvil de los asesinatos. Tampoco se han reportado detenidos. La investigación continúa bajo reserva.

En Esmeraldas, la noticia ha dejado una profunda huella. Vecinos y conocidos de Katherin describen a la joven como una mujer alegre, trabajadora y dedicada a sus hijos. Hoy, su historia se suma a la larga lista de víctimas de una violencia que parece no dar tregua ni en Esmeraldas ni en el corazón de las familias ecuatorianas.

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